Camara-verano

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Ahora que no nos oye nadie podemos decirlo: los consejos para hacer mejores fotos son insoportables. A quienes le interesa el tema de lo saben de memoria y a los que no, evidentemente tienen mejores cosas que hacer.

Y es que en este mundillo de la fotografía abundan los pesados e intensitos. Esos que, como suele decirse, tienen demasiado pasión por lo suyo. El problema es que igual nosotros mismos somos uno de esos y no nos hemos dado cuenta.

Las vacaciones son una buena época para comprobar y fijarse si cumplimos alguno de estos requisitos. Puede que ahí fuera todo el mundo nos conozca como «el pesado de las cámaras» y todavía no nos hayamos dado cuenta. Por si es el caso, unos consejos para mejorar tu vida social.

No seas pesado. Posiblemente es la clave. Que sí, que eres fotógrafo o quieres serlo y las fotos son lo más importante para ti, pero del mismo modo que se puede ser vegano sin tener que comentarlo a los 10 segundos de haber conocido a alguien, seguro que eres capaz de hablar de otras cosas que no sean tu cámara, los idiotas que usan modelos de la competencia o lo que le harías a Steve McCurry por mentiroso.

Nuestros debates no interesan a la gente normal. Directamente relacionado con el punto anterior, es importante darse cuenta de que el mundo real no es ni ese foro de fotografía en el que escribes ni Twitter. Porque por mucho que a ti y a mí el debate entre las réflex y las sin espejo nos parezca de lo más interesante, es posible que a tu familia, compañeros de viaje y mascotas les dé absolutamente igual. ¿Te vas solo de vacaciones? Ahora ya sabes por qué.

La maleta de la cámara. Otra de esas cosas que en nuestro pequeño mundo puede parecer de lo más normal pero que no todos tienen por qué entender. El coche a rebosar o la maleta del equipaje de mano –a ver quién es el valiente de facturar con Vueling- a punto de pasar de los 10 kilos y tú empeñado en que sin el 600 milímetros el viaje no tiene ningún sentido. Tal vez deberías leer nuestras recomendaciones para viajar fotográficamente más ligeros este año y olvidarte de que, además de tu maleta, necesitas otra para el equipo.

Horarios. Es verdad que si lo tuyo son los viajes fotográficos, ajustar los horarios con la luz tiene mucho sentido. Pero si se trata de unas vacaciones en las que la fotografía es solo parte de la gracia, igual tampoco hace falta que madrugues y despiertes a toda la familia cada día a las cinco de la mañana para ver amanecer en Marina D’Or. ¿Perderte las cañas después de la piscina para pillar la hora azul en todo su esplendor? Tampoco parece una gran idea como filosofía de vida.

Reconcíliate con la cámara del móvil. Ahora que no nos oye nadie, puedes reconocerlo: tú también usas la cámara del móvil. Da igual que vayas de purista del 6 x 6 o que lleves tatuado Leica en el brazo –o Huawei, ya me entiendes-, porque resulta que los teléfonos no solo dan una calidad muy decente sino que además es la cámara que llevas siempre encima. Aprovecha el verano para descubrir todo su potencial. ¿Y si resulta que a la vuelta has sacado mejores fotos con el smartphone que con la cámara? Tranquilo, no se lo diremos a nadie.

¿Palo de selfie? Tampoco nos pasemos. Ahora que te has reconciliado con el móvil y que has descubierto sus posibilidades fotográficas cuando no quieres llevar otra cosa encima, puede que el exceso de entusiasmo te lleve a dar el siguiente paso: el palo de selfies. Error. Es en esos pequeños detalles donde está la diferencia entre un auténtico fotógrafo y alguien que merece nuestra mirada de desaprobación. Por cierto, tampoco hace falta que te pases el verano insultando a los que van por ahí con el dichoso palo. Ya me ocupo yo.

La foto. ¿Eres de los que tarda entre 10 minutos y 3 horas en disparar una foto? Consulta el punto uno. ¿Estás solo o hay gente esperando? Si estamos en el segundo caso, solo tienes una baza: estás haciendo la foto y cualquier espera o sacrificio merecerá la pena porque es posible que de ahí salga el próximo fotolibro de éxito que triunfe entre la intelectualidad fotográfica del país y haga llorar de emoción a Fontcuberta. Evidentemente vas de farol y la foto será el mismo churro que el resto, pero ten claro que se trata de una carta que solo puedes jugar una vez antes de que te manden a paseo. En serio, lee el punto uno.

Contra los intensitos. ¿No te habrás tomado en serio lo del fotolibro? Era broma. Si de algo va sobrado este país es de fotolibros, embajadores de marcas y blogueras de moda. Auténtico I+D+I cañí. Así que mejor tomárselo con calma y evitar poner el listón muy alto en vacaciones. A todos nos ha pasado alguna vez, pero solo hace falta repetirlo en voz alta para darse cuenta de que es una tontería: ¿de verdad crees que en un par de días y de camino del hotel a la playa vas a capturar la esencia de un lugar, como te has prometido a ti mismo?

Borra fotos. Hubo un tiempo en que ser el fotógrafo oficial de la familia o la cuadrilla te tenía bastante ocupado en vacaciones. Cada retrato o foto de grupo te tocaba hacerla a ti, pero entre los móviles y los selfies te has convertido –nos hemos convertido- en unos miembros bastante prescindibles de la comunidad. Aprovecha que ya nadie te pide fotos pare revisar las tuyas con ojo crítico y borrar al final del día todas esas que sabes que son malas. Es un ejercicio duro pero muy sano.

Hay vida fuera de la cámara. A veces se nos olvida que la realidad no es eso que vemos en el visor o la pantalla de la cámara, así que asomarse fuera de los límites del encuadre puede ser una buena idea. Además, si no te separas de la cámara ni un momento, ¿cómo encontrarás tiempo para contar tus vacaciones por Snapchat y cazar Pokémons? Para eso eran las vacaciones, ¿verdad?

Contenido publicado originalmente en Quesabesde

2 COMENTARIOS

  1. Cieeerto!. Ahora mi mochila es la fotográfica y ahí meto un par de camisas y afeites pa no pagar maleta. Ya pase a ser prescindible después de ser el retratista de la familia. Por cierto mi hija creció y cree que tengo pocas fotos decentes. Conectarse con lo que queda fuera del visor es la consigna. Waaaa. Saludos

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