Quienes se acerquen a la obra de la argentina Adriana Lestido a partir de su último trabajo Antártida negra (2017) seguramente se sorprenderán al revisar su obra anterior, en especial sus primeros ensayos: Hospital Infanto Juvenil (1986-88), Madres adolescentes (1988-89) y Mujeres presas (1991-93). A primera vista parecen obra de diferentes personas.

Publicidad
Foto: Adriana Lestido
Foto: Adriana Lestido

Una fotógrafa que a finales de los 80 comenzaba a elaborar su trabajo personal metiéndose en lugares y situaciones raras veces exploradas en el medio fotográfico de su país. Dedicada a retratar los aspectos más duros del mundo femenino en una sociedad que acababa de salir de décadas de violencia social, política y estatal, y que además se había visto envuelta en una guerra contra una gran potencia mundial. Esta autora se encontró 25 años después embarcada en un viaje a la Antártida, donde se iba a enfrentar sola con su cámara a un paisaje que merece como ninguno el uso de la palabra inhóspito.

Foto: Adriana Lestido
Foto: Adriana Lestido

Además de la muestra expuesta en el Museo Fortabat de Buenos Aires, junto a la bella y lujosa edición en formato fotolibro del trabajo realizado en aquellos gélidos parajes, se editó otro interesante volumen: Antártida negra. Los diarios (Tusquets, Buenos Aires, 2017), un relato en primera persona sobre su aventura antártica en el que se pueden encontrar claves no sólo de este proyecto, sí no también indicios de la evolución de la autora desde una temática documental de fuerte contenido social hacia, lo que parece una suerte de paisajismo. Aunque una mirada más atenta permite descubrir una voluntad introspectiva en la soledad de estos paisajes extremos y helados, una excusa para encontrarse con uno mismo e intentar desde allí la expresión visual del sentimiento resultante.

Para explicar rápidamente el título del ensayo (Antártida negra), se puede decir que Lestido fue allí a fotografiar el blanco más absoluto, pero pero acabó en una isla volcánica llamada Decepción en la que, haciendo honor a su nombre y como consecuencia del calor del subsuelo, la nieve desaparece y se derrite rápidamente. Lestido encontró algo más que el blanco que buscaba.

Foto: Adriana Lestido
Foto: Adriana Lestido
Foto: Adriana Lestido
Foto: Adriana Lestido

La oscuridad de la primera parte de la serie muestra ese terreno rocoso de un gris profundo, casi negro, junto al que resaltan los brillos de la luz en el mar, la densa niebla, las aves y alguna (escasa) señal de presencia humana. Luego van apareciendo los blancos de la nieve y la sucia claridad de los hielos antárticos.

¿Por qué estas fotos de helados paisajes conmueven? Quizás porque transmiten la presencia de la fotógrafa detrás de cámara sintiendo ese frío. Castigada por el fuerte viento, calada por la humedad de la bruma o sorprendida por un pájaro que cruza de golpe el cuadro.

Foto: Adriana Lestido
Foto: Adriana Lestido

Después de recibir uno de los libros de la autora, el crítico John Berger le dirigió estas palabras a Lestido: “Lo que hace que tu trabajo sea tan inusual y misterioso es la naturaleza de tu presencia (la de la fotógrafa). Aquello que vemos suceder –existir– lo hace como si no estuvieras ahí. Nadie da la impresión de estar siendo fotografiado. Y sin embargo, al mismo tiempo, cada imagen ha sido elegida y recolectada con tanto amor y compasión. Estás absolutamente ahí con aquello y aquellos a quienes estás fotografiando, ¡y a la vez no estás ahí en absoluto!”.

Foto: Adriana Lestido
Foto: Adriana Lestido

Podría decirse que sus fotografías vibran y resuenan en la frecuencia del sujeto fotografiado. Su presencia, ese estar ahí que dice Berger, es el puente sensible que conecta lo fotografiado con el observador. Esto puede verse tanto en sus tempranos trabajos antes mencionados como en otros posteriores. Una vibración que a veces también es literal: fotos movidas, encuadres torcidos y apurados, intentos de trascender la limitación bidimensional de la imagen.

Pasar semanas visitando la cárcel o el hospital, metiéndose en la casa y la vida de sus retratadas, convirtiéndose en una más hasta hacerse invisible y esperar pacientemente el momento de accionar el disparador de su Leica, fue su estategia de trabajo. Podemos imaginarla en el continente blanco, intentando amigarse con el áspero paisaje, esperando con la misma paciencia a que suceda algo que la conmueva.

Foto: Adriana Lestido
Foto: Adriana Lestido
Foto: Adriana Lestido
Foto: Adriana Lestido

La obra de Adriana Lestido, que puede revisarse en su sitio web, comenzó con el potente retrato Madre e hija de Plaza de Mayo (1982). Se formó como reportera gráfica de prensa para luego, al alejarse de las urgencias del fotoperiodismo, comenzar a encarar trabajos más personales, aunque siempre ligados a temáticas sociales y de género. Con el tiempo su mirada se fue volcando hacia su interior y su trabajo se volvió más poético y menos descriptivo, donde sus fotos muestran su mundo, o lo que ella quiere decirnos de él.

Foto: Adriana Lestido
Foto: Adriana Lestido

En Antártida negra es la naturaleza que se impone brutalmente, y casi no hay señales humanas. Lestido parece hacer hablar a sus retratados, sean éstos personas o fríos paisajes rocosos. Le hablan en silencio o en un idioma que sólo ella conoce y captura lo que le dicen. Los grandes retratistas intentan mostrar el alma del sujeto, transmitir la vida y los sentimientos de las personas fotografiadas. Aquí puede percibirse la naturaleza viva casi virgen, prescindiendo de lo humano.

Una naturaleza que nos habla en imágenes, filtradas por el fino grano de la mirada de una de las fotógrafas argentinas contemporáneas más sensibles y auténticas.

Foto: Adriana Lestido
Foto: Adriana Lestido

Adriana Lestido, Antártida negra. Se puede ver hasta el 21 de enero en el Museo Fortabat (Olga Cossettini 141, Puerto Madero Buenos Aires. Martes a domingos de 12 a 20 h). Más información sobre la autora en su página web.

2 COMENTARIOS

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.