«La foto de Cecil Beaton es soberbia, es arte. La foto de Hugo Burnand es correcta. Las monarquías deben aspirar al arte. La imagen ha sido parte de su sustento», comentaba en su Twitter Moeh Atitar, redactor jefe de fotografía de El País.

La comparación entre el retrato oficial de la anterior monarca durante su coronación y el de Carlos III ha sido la mecha para que otros fotógrafos y fotógrafas aportaran su granito de arena al debate.

En general, la foto no parece convencer demasiado. Algunos señalan que un momento así requiere algo más que una foto correcta, otros se asombran al ver que ni siquiera se borraron los reflejos del orbe que el nuevo rey sostiene en sus manos, y tampoco faltan quienes recuerdan que está feo criticar el trabajo de los compañeros.

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Foto: Hugo Burnand

Sobre todo cuando no se sabe las circunstancias concretas de la sesión, la presión del momento y cómo resolveríamos la toma si nos tocara un encargo de esta magnitud.

Un artículo publicado por The New York Times arroja algo más de luz sobre los detalles de la sesión de fotos realizada por Hugo Burnand, un habitual en las fotos ofíciales de la casa real británica. Incluida la boda de los actuales reyes, y también del príncipe Guillermo, por cierto.

Algo que, a priori, debería rebajar la lógica tensión del momento aunque, según leemos, los retratos oficiales del rey, la reina y la familia los tuvo que resolver en cuestión de pocos minutos.

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Foto: Hugo Burnand

Burnand defiende sus imágenes, asegurando que busca unos retratos con cierta intimidad en los que el nuevo rey pudiera tener una conversión directa («de uno a uno», según sus propias palabras) con el espectador.

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Foto: Cecil Beaton.

Si en el caso del retrato de Isabel II realizado por Cecil Beaton la suntuosidad de la monarquía se impone, aquí el autor apostaba por componer «una pequeña obra de teatro».

Un recurso, apuntan los expertos en la materia, por mostrar una monarquía más cercana y que necesita seducir a las nuevas generaciones, mucho más desapegadas de la institución.

12 COMENTARIOS

  1. Decía el maestro Gyenes que la fotografía era paciencia, una gran paciencia… cómo ha cambiado todo, ahora, en el mundo de lo efímero, no hay tiempo ni para hacer una buena fotografía a un rey recién coronado. Qué diferencia con la fotografía del maestro Beaton, transmite no sólo lo mayestático del momento sino que la propia imagen rezuma tronío, con una joven Isabel II que posa y seguro que sigue las instrucciones del maestro con complicidad. La foto de Carlos III se nota que está hecha deprisa y corriendo, más que una foto oficial parece que la corona y el cetro y demás parafernalia le hubiera tocado en un concurso y hubiera posado para el eso. Tanta tecnología digital para esto… claro que, como queda demostrado, la tecnología digital o no, es incapaz de sustituir al talento.

  2. Sin duda hay diferencias entre la calidad estética de las dos fotos pero también es cierto que cada foto es reflejo de la personalidad de los retratados y de la época. La de Cecil Beaton transmite solemnidad y transcendencia mientras que las de Hugo Burnand son mucho más distendidas; son casi instantáneas en las que es notable la espontaneidad y relajación de los retratados, sobre todo el la foto de la pareja. Hay en ella cierto desaliño indumentario en la composición y la edición, cierta imperfección que forma parte también de la elegancia inglesa. Aparecen como figurantes porque es lo que van a ser, serán figurantes en el cortejo fúnebre de su madre, apenas sombras en la estela de su reinado.

  3. Creo que el problema está en los modelos… los sumos pontífices de la iglesia anglicana y representantes de una institución muerta pero que sobrevive de su dinero (el 95% de los paraísos fiscales todavía están gestionados por administradores del gobierno británico) y de la estupidez de la gente…

    es como si te piden fotografiar un cadáver…

    que por mucho que lo coloques, lo adornes y lo ilumines no tiene vida…

    • es que es mucho más fotogénico Felipe que Charles… y Letizia que Camila… y Leonor y Sofía que William y Harry, dónde va a parar…

      desde luego que a los fotógrafos nos dan mucho juego este paripé aristocrático medieval y anacrónico

      pero el que se lleva la palma es «do siendo mucho, me he equivocado, do vodverdá a ocuddid» jajajjaja, esa foto con el elefante en Botswana jajajajja es oro puro

  4. No sé si será por la calibración de mi monitor o que se pasó en la edición con las luces pero esos tonos de piel dañan la vista. Por otra parte, la pose del frontal del Charles III parece un abuelo cualquiera jugando a la petanca, levantando la garrota y diciendo que me toca…

  5. Sera que me estoy haciendo viejo pero la foto de Cecil Beaton me parece una maravilla para mostrar lo que muestra.

    En cambio la de Hugo Burnand, con todo el respeto pues tampoco conozco su trabajo ni las exactas condiciones con que hizo la foto, la podria haver ideado yo mismo en 30 segundos y posando mi padre ya octogenario. Creo habria quedado igualita.

    En fin..

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