Fotoperiodismo en tiempos de pandemia. Capítulo 3

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Camino de cumplir ya un mes de cuarentena y ahora que parece que al final del tunel se empieza a ver algo de luz toca reflexionar sobre lo que estamos viendo. Los problemas de hace unas semanas -aunque parezcan siglos- son ya una trivialidad con la que hemos aprendido a convivir.

Ahora nos enfrentamos a enigmas nuevos, a dilemas éticos y dramas personales. Y en este contexto, los fotógrafos freelance y los mal llamados «fotógrafos de provincias» son los encargados de llevar a portada todas esas pequeñas historias que se esconden más allá del día a día de las grandes ciudades.

Con pocos medios, con un futuro profesional incierto y un mercado tan convulso que, hasta sus clientes, los medios de comunicación van a necesitar ayudas y ERTEs para sobrevivir, lo están dando todo.

Así que para saber cómo están viviendo estas semanas y cómo trabajan les hemos pedido a Ángel Perez Meca, Jesús Hellin, Ricardo Rubio, Rodrigo Jimenez, Israel Sanchez y Eduardo Sanz que nos lo cuenten ellos mismos.

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6 COMENTARIOS

  1. Este mensaje va dedicado a los tres, pero especialmente para Iker Morán. ¿Cuándo te darás cuenta de que la libertad se expresa en redes sociales pero que el esfuerzo que ponéis en muchos de los artículos queda desvirtuado por contínuas salidas de tono de los comentarios? Cada vez hay más medios que sencillamente los desactivan, y con razón. Quien quiera expresar una opinión -o en su caso soltar una cafrada- que lo haga en la red social de turno enlazando el artículo y listo. Comento esto porque la lista de artículos con comentarios chorras, vendettas personales o parrafadas que nada aportan en Photolari es interminable, y excelentes textos, galerías y colaboraciones quedan «oscurecidos» por este tipo de comportamientos. Si de verdad queréis defender que un blog de wordpress como este quiere convertirse en un medio de comunicación de referencia por favor tomáoslo en serio. Un saludo y gracias por respetar mi opinión.

  2. Lo primero felicitaros por el contenido que subís y más cuando es de este tipo. Me da mucha pena los comentarios de gentes que en realidad solo restan, es penoso ver como personajes con una ética o moralidad escasa, aprovechan estos sitios para lanzar sus pestes. Me da repugnancia la verdad, al igual que ocurre en el de los premios Zeiss.
    A veces no se si es mejor ignorar estos comportamientos o que los censuréis.
    Muchas gracias y seguid así.

  3. Felicitar a los fotoperiodistas, por dar a conocer realidades, que son del «cada día», para muchos profesionales de la salud. La lastima es que hay una cantidad de » personas» que todo lo pasan a la parte de la confrontación periodística política.
    Me gustaría comentarles que imágenes sin el mono, sin las gafas, sin la mascarilla, sin el coronavirus, se ven con mucha frecuencia si «haces la calle», ves a gente que esta enferma y el cuidador esta igual o peor que el que esta viendo y no sabes si llevarte a uno o los dos en la camilla. Se vio en la ola de calor 2015, que encontraron a personas fallecidas, por el olor en la escalera. Aquí pasará igual gente que está fallecida y vivía sola.
    La pobreza, la vejez, el inmigrante, todo lo que no nos gusta ver cuando lo haces visible, ya vas contra el partido o la política de la que «vives».
    En mi trayectoria como enfermero de emergencias sanitarias, tienes que cargar con todo lo sanitario y lo no sanitario en esa mochila virtual en la que vas metiendo todo eso que te encuentras y que si no lo guardas en la mochila, tienes que ir llorando por las esquinas o ir al psicólogo.
    Algunas ejemplos, gente que vive en casas con humedades, con puntales en todas la habitaciones, porque están sobreviviendo y resistiendo a que el propietario los «los trastee» porque quiera que se marchen porque pagan una miseria que debe de salir de una pensión mísera.
    Las personas que hace meses que no han salido a la calle, porque tienen un problema respiratorio y las escaleras se parecen más al puerto de Alpe d’Huez y más peligro que bajarlas es el subirlas, terminando de subirlas con el oxígeno como si del Everest se tratara.
    Las que la familia acude de vez en cuando, con una falta de higiene franca de la vivienda y personal de los lugares donde no puede llegar y en cada vez más déficits de comida ya que son dependientes para la mayoría de actividades, con pensiones no contributivas que van d 98,90€/mes mínima a 385.60 máxima. Milagros¡¡¡¡¡¡¡¡.

    Hay otras que no te da tanta pena y si más rabia, que son los barrios en los que los pisos son de entidades públicas comunidades autónomas y no hay ningún mantenimiento de la vivienda, destrucción de puertas, ascensores desaparecidos, exigencia en la prestación de servicios y una falta de cumplimiento de tratamientos.

    Endevant¡¡¡¡¡¡¡¡¡

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