“Hace muchos años, más de mil, en mi Tarifa natal, un niño quiso fotografiar el viento con una caja de cerillas…” Tanto filósofo, ensayista y vende humos llenando páginas y auditorios para intentar explicar qué es la fotografía, y resulta que no era tan complicado.
Joan Guerrero lo explica en este documental que hace ya casi dos años presentó David Airob y que desde hace unos días puede verse on-line y de forma gratuita. Un recorrido por su vida y su trabajo que, en realidad, es un excelente retrato del oficio de fotógrafo que puede verse aquí.
Así que quienes todavía no lo hayan visto o los que quieran volver a verlo, que vayan reservando 50 minutos porque merece mucho la pena.
A la hora de dogmatizar se agradecería un poco más de concreción: no queda claro si lo de “la fotografía es….” se refiere al “esto” que hace un señor que no figurará en los libros de historia de fotografía, aunque está patrocinado por el Ayuntamiento de Santa Coloma de Gramanet, o al “esto” que hace el oportunismo en B&N de su biógrafo sobrevenido.
En cualquiera de los casos, se yerra el tiro: hay tantos sentidos de la fotografía como fotógrafos y ninguno tiene jurisdicción suficiente como para sentar cátedra estableciendo un “esto” (un significado) unívoco y autoritario; si hay algo que caracteriza a la fotografía, la de ayer y la de hoy, es la de estar abierta a una pléyade infinita de interpretaciones y significados. Nadie tiene la prerrogativa de decir qué cosa sea la fotografía, puesto nadie tiene un acceso directo, sino mediado, a la realidad. Por tanto la realidad de la fotografía es algo completamente indeterminado.
La fotografía no es y nunca fue la objetivación del recuerdo; siempre tuvo en su ADN la oscura aspiración de llegar a ser lo que es hoy: circulación infinita de imágenes producidas para ser consumidas y desaparecer de la retina y de la memoria en pocos segundos. Los usos sociales de la fotografía han desterrado a la ontología. Hay que leer, aunque sea un poco, a esos filósofos y ensayistas a los que se desprecia gratuitamente y a los que se ha jubilado demasiado pronto.
Photolari se pone intensito por navidad. Habría que hacer una revisión del “¿Con qué fundamentalismo fotográfico te identificas más? e incluir a esa clase de ingenuos que tienen la seguridad de saber a ciencia cierta qué es la fotografía porque es una cosa que hace un señor en el ocaso de su vida cuya expresión lacrimógena y su verbo entrecortado quedan bien delante de una cámara.
Las fechas son propicias para vender nostalgia, no cabe duda, y el auditorio está predispuesto para comprar un “esto” de la fotografía con las canas de un viejo moñas, su confesor de cabecera, o el articulista que hace la crónica del pixel rosa en el blog de turno. Mañana saldrá otro señor completamente irrelevante diciendo que intentaba fotografiar el humo con una lata de fabada litoral y otro hipster con afán de notoriedad volverá a reinvindicarlo como el estandarte venido a menos de la Fotografía Pura; sí, ésa que vuelve a casa por navidad, como el turrón.
Vigilemos un poco más la ingesta de mazapanes y cava en estas fechas. Rigor, Señores, Rigor!
Una opinión tan respetable como la que es objeto de tu crítica. Opinión la tuya que no comparto, ni en su fondo ni en sus formas.
Después de tu opinión absolutamente irrelevante y carente de fondo y formas el mundo es un lugar un poco mejor para vivir.
[…] Joan Guerrero (Tarifa, 1940) es considerado uno de los mejores representantes de la fotografía social del país. Llegó a Barcelona como inmigrante donde trabajó en una fundición hasta el año 1969. Aprovechando el revuelo de una sociedad en profundo cambio, optó por colgarse la cámara y echarse a la calle para documentar todo. Este momento de cambio, despierta en él una fuerte conciencia social y de clase y trabaja incansablemente en los barrios obreros de Barcelona retratando personajes venidos de todo el territorio español, disparando en suburbios, barrios y arrabales que ya no existen. […]