La artista Laia Abril, cuyo trabajo abarca diferentes disciplinas como la escritura, el sonido y el vídeo, además de la fotografía, ha sido galardonada con el Premio Nacional de Fotografía 2023 concedido por el Ministerio de Cultura y Deporte y dotado con 30.000 euros.
Licenciada en periodismo, según ella misma ha explicado, apostó por la fotografía donde encontró menos límites para expresarse, y se centró en mostrar temas angustiosos sobre sexualidad, trastornos alimentarios o desigualdad, combinando imágenes con textos.
Su libro sobre el aborto clandestino y sus repercusiones a lo largo de la historia, uno de sus proyectos más conocidos, ganó el Premio Aperture al mejor libro 2018. Se trata de un capítulo más en una carrera centrada en la misoginia y que aborda temas como los feminicidios, la cultura de la violación o los mitos alrededor de la menstruación.

Sus fotografías y proyecciones evitan mostrar explícitamente el tema que está usando como denuncia social, buscando en cada imagen la reflexión del espectador. Su trabajo puede verse en museos como el Centre de Pompidou y FRAC en Francia, el Winterthur en Suiza o el MoCP en Chicago y ha publicado numerosos fotolibros.
La repercusión del gran trabajo de investigación realizado por la fotógrafa ha sido reconocido por el jurado destacando su amplia trayectoria internacional en proyectos de gran interés social y político, especialmente la discriminación de la mujer en la sociedad y la de colectivos en riesgo de excusión.

El jurado ha sido presidido por Isaac Sastre de Diego, director general de Patrimonio Cultural y Bellas Artes del Ministerio de Cultura y Deporte y Mercedes Roldán Sánchez, subdirectora general de Museos Estatales, y está compuesto por Ignacio González Fernández, editor de Photovision, en representación Cristóbal Hara, Premio Nacional de Fotografía 2022, Marta Gili Rosique, directora de l’École Nationale Supérieure de la Photographie de Arlés, María del Carmen Dalmau Bejarano, crítica y escritora de arte y fotografía y Carlos Gollonet Carnicero, conservador jefe de fotografía de Fundación MAPFRE, entre otros.
Foto de portada: Mahala Nuuk
La fotografia al servicio de la ideología. Activismo militante auspiciado por el Stablishment que ha perdido por el camino su carácter contestatario. Si alguna vez esta disciplina fue autónoma la postmodernidad ha hecho que deje de ser un fin en sí misma para convertirse en un medio de adoctrinamiento de las masas. Cuando el arte se politiza deja de ser arte y se convierte en propaganda política al servicio de una Causa coyuntural, contingente y particular muy alejada de esa universalidad perenne que siempre caracterizó al Arte con mayúsculas.
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Sospecho que el aborto clandestino es un fenómeno muy residual y hay que irse al muy profundo tercer mundo para explorarlo. Un trabajo interesante sería el de realizar un análisis de la incidencia que el aborto tiene en la reducción de la población y su incidencia en el invierno demográfico en el primer mundo o el de verificar el protocolo (con sus inquietantes particularidades) que una mujer sigue desde que entra en la clínica abortista hasta que sale con su «salud sexual» reestablecida. Por supuesto ese trabajo artístico-documental nunca se va a hacer y si se hiciera jamás obtendría el Premio Nacional de Fotografía remunerado nada más y nada menos que con 30K mortadelos.
Haga usted ese trabajo si cree usted que es más interesante en vez de ir ordenando a lo demás que trabajos fotográficos hacer. Hablar desde el sofá es muy fácil, emprender proyectos fotográficos no tanto.
Ordenar? Dónde ha visto Vd en mi mensaje que yo ordene nada a nadie? Nada más lejos de intención que ordenar. Tal vez ha creido ver en mi propuesta una animadversión hacia este premio y sus premiad@s que para nada responde a mi intención verdadera. Mi propuesta era sólo eso: una propuesta que, soy consciente de ello, está condenada a caer en saco roto. Propuesta que en todo caso iba a dirigida a las generaciones venideras que han de superar en honestidad y compromiso con la realidad a las actuales, claramente involucradas con el mainstream globalista aunque no sean conscientes de ello.
Me parece que en este premio hay demasiada ideología y muy poca fotografía.
La Wagner fotográfica presta sus mejores efectivos al Lobby, y Éste se ha infiltrado por capilaridad en las Instituciones del Estado y ha tocado Poder. Hacer que unos y otros se retiren a sus cuarteles de invierno es una labor very difficult, por no decir imposeibol. El Komintern iconográfico ha venido para quedarse así que tenemos matraka para rato. Que Diosito-Daguerre nos pille confesados.
Bueno, tendremos que seguir resignándonos. Corrigiendo a «Pepillo» mas que la fotografía al servicio de la ideológica, mas bien al servicio de los tiempos, de las modas. Sin quitarle la razón a Pepillo, que también la lleva. Yo desde que premiaron las fotos de porterías tiré la toalla. Ya llegarán otros tiempos (o no), cuando valoren a la fotografía de verdad. El premio nacional de fotografía perdió el rumbo hace ya años. Para mi perdió de manera total la credibilidad. Pero bueno es mi opinión. Cualquiera en estos tiempos critica una foto borrosa o una foto que no cuenta nada y ni Dios la entiende. «Vade retro Satana», no seré yo quien será quemado en la hoguera por contradecir a la corriente de gilipollas y pelotudos que deciden el tipo de fotografía moderna que debe ser premiada. De todas formas me la suda, no pienso presentarme a ese concurso en mi vida… y ojo, se que para este premio no hay que presentarse. jajaja…
Mi querido amigo, no hay nada tan ideológico como las élites que dirigen las «modas» y los «tiempos». Y de hecho nunca han estado tan ideologizadas como ahora, porque si antes eran neoliberales ahora se han vuelto progres. Un cambio de paradigma realmente notable en la historia de la humanidad.
Felicitaciones a Laila Abril y su entorno.
Los trabajos que yo he visto suyos no me fascinan especialmente, me dejan bastante frio, pero celebro que el premio ponga en valor el trabajo con el archivo, la fotografía como metadisciplina o la postfotografía. Eso sí, me gusta más Erik Kessel que Laila Abril.
En ese sentido comparto el hastio con @pepillo, si bien creo que el arte sí que puede ser propagandístico y expresar ideas políticas sin dejar por ello de ser arte. Véase el arte religioso. En mi opinión no hay un arte universal sino que cambia con la sociedad. Si que me cansa la turra, el runrun, la moralina… es siempre lo mismo.
Yo no voy a una exposición de fotografía a recibir un mitín de campaña. No quiero que me eduquen. No quiero que me adoctrinen. No quiero que me usen. No quiero que me den una misa. No quiero que me consideren un tonto al que haya que concienciar.
Es curioso, lo que te pasa a ti con algunas exposiciones de fotografía me pasa a mi con algunos medios divulgativos: el profesionalismo cede paso al sermón ecuménico y tengo la sensación de ser subliminalmente adoctrinado.