Foto: Joseph Eid / AFP

Desde hace ya demasiado tiempo la guerra de Siria ha sido la triste protagonista de decenas de imágenes que han ocupado portadas y tal vez tengan un hueco en los libros de historia. Fotografías, en la mayoría de casos muy duras, que muestran la crudeza de la guerra y sus consecuencias sobre la población.

Y entre todo ese horror, de repente una instantánea obliga a detener la mirada. No hay sangre, ni gritos ni huidas. Es una imagen casi poética, con un hombre sentado frente a su gramófono y fumando en pipa entre los escombros de su casa.

Joseph Eid -fotógrafo de AFP- firma esta foto, una de las más compartidas y comentadas durante las últimas semanas. Y a estas alturas, después de tantas fotos de Siria, no es fácil que eso ocurra y que una imagen consiga que vuelva a hablarse de Alepo.

“¿Cómo puede vivir aquí?”, le preguntamos. “Es mi hogar”, respondió. Como muchos de los residentes de Alepo, duerme entre los escombros.

Pero los temas caducan ahora muy rápido. Y, posiblemente, pronto nos olvidaremos de esta imagen hasta que, dentro de un tiempo, algún premio tal vez la rescate del archivo.

Quizás un posible antídoto contra esa caducidad casi inmediata de fotos, noticias y titulares sea conocer la historia que hay detrás. No nos referimos a la cámara con la que está hecha o las cuestiones técnicas, sino al nombre de su protagonista, a su historia y a cómo el fotógrafo llegó hasta allí.

El propio Eid lo explica en el blog Focus de la agencia AFP. Allí descubrimos que Mohammad Mahiedine Anis -el hombre que aparece en la imagen- es un coleccionista de coches clásicos, que ya protagonizó un reportaje hace un par de años.

La mayoría de sus coches -explica el fotógrafo- han quedado destrozados tras años de guerra y bombardeos, pero Anis asegura que quiere restaurarlos. ¿El gramófono funcionaba? Sí, porque no necesita electricidad, funciona con una manivela, relata.

Su pipa también estaba rota y se mantenía pegada con una cinta. La encendió, dio cuerda al gramófono y empezó a sonar la voz de un cantante árabe de los años 1940

No es la única foto del reportaje de Aid. De hecho, el artículo incluye también algunas de las imágenes tomadas en 2015 por Karam Al-masri, otro de los fotógrafos de la agencia.

Merece mucho la pena dedicar unos minutos a repasar todas las imágenes y leer la historia completa detrás de esa bonita fotografía que tantas personas habrán visto, compartido y comentado en los últimos días.

«Mientras tomaba fotos con mi cámara sabía que esa era una escena especial. Me conmovió y tuve la sensación de que conmovería a muchas otras personas también. Aunque no me imaginaba a cuántas», concluye Joseph Eid.

6 COMENTARIOS

  1. La línea entre la conmoción y la frivolidad es, a veces, muy delgada. Imprescindible saber la historia para que conmueva. Hacer fotos «románticas», tal y como se presenta la del anciano del gramófono, en una ciudad destruída por la guerra, puede interpretarse justamente al revés. De cómo un occidente totalmente frívolo e impasible consume estas «postales» entre la total y absoluta degradación moral y material entre la que viven sus gentes.

    Hablar de la foto, y no hacerlo del anciano, es hablar de esa frivolidad del espectador. A veces lo que se necesita es, justamente, menos fotografía.

  2. La guerra es una absurdidad, un absurdo cruel.
    Yo creo que esta foto, como otras muchas nos lo retratan, nos lo muestra. A través de pequeñas chispas de dignidad humana, hasta de belleza, en medio de tanto absurdo horror y tanto dolor.
    En la foto vemos a un hombre fumando con su pipa y escuchando música en un escenario inverso, fuera de lugar. Quiero pensar que el fotógrafo nos quiere denunciar el escenario, no al hombre. En cambio, muchos se entestan en ver el absurdo en el hombre su pipa y el gramófono.
    Alguien señalando y los demás mirando el dedo…

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