Cuando la foto de un niño se convierte en un icono suele ser muy mala señal. Pocas imágenes hay más poderosas que el sufrimiento o la muerte de un pequeño cuando hay que dar un puñetazo sobre la mesa y revolver una cuantas conciencias.
Es verdad que la memoria y la indignación son cada vez más efímeras y aquella foto de Aylan Kurdi muerto sobre la arena de una playa del mediterráneo ya está casi olvidada. Sí, yo también he tenido que buscar el nombre de este niño de tres años que durante unos días ocupó todos los titulares.
Ahora ha sido el fotógrafo John Moore el que ha conseguido condensar en una sola fotografía la última crisis migratoria en la frontera de Estados Unidos.
En realidad, este reportero galardonado con un premio Pulitzer lleva años fotografiando a quienes intentan llegar al país –aquí puede verse un reportaje más completo– así que sería muy injusto resumir su trayectoria en la imagen de la que todo el mundo habla: una niña llorando mientras la policía fronteriza cachea y detiene a su madre.
Es el nuevo icono de la crueldad de esa política de tolerancia cero que abandera la administración Trump y cuya idea de separar a los menores de sus familias al ser detenidos ha provocado un escándalo internacional.
Por suerte, parece que la medida ya ha sido revocada y tal vez esta foto y la portada de Time hayan tenido algo que ver. O igual es sólo lo que nos gustaría pensar.
«Esta fue dura. Cuando acabaron de cachearla las metieron en una furgoneta y tuve que parar y respirar profundamente. Lo único que quería hacer era cogerla en brazos, pero no podía». Así relata Moore como vivió el momento de esa foto en la que una niña de dos años de origen hondureño llora desconsoladamente.
«La madre llevaba a su hija en brazos y cuando la iban a registrar le dijeron que la dejara en el suelo. Ella empezó automáticamente a llorar», recuerda el fotógrafo. Venían desde Honduras y llevaban un mes viajando, según le explicó la propia madre de la niña.
TIME’s new cover: A reckoning after Trump's border separation policy: What kind of country are we? https://t.co/U4Uf8bffoR pic.twitter.com/sBCMdHuPGc
— TIME (@TIME) June 21, 2018
Ella es la protagonista junto a Trump de la última y comentadísima portada de Time. Un montaje gráfico que ha convertido a la pequeña en un auténtico símbolo de la inhumana de política de separación de menores.
Es verdad que los últimos datos revelados parecen confirmar que, por suerte, la niña no llegó a ser separada de su madre tras la detención. Algo a lo que se han acogido los defensores de Trump para criticar a Time por una portada que, por lo visto, ha escocido mucho.
Como si el problema fuera sólo el de esta niña. Como si el estremecedor -no somos de adjetivar más de la cuenta por aquí, pero en este caso toca- sonido de todos los pequeños llorando en los centros de detención, o las imágenes de las jaulas que han trascendido en los últimos días fueran un invento de esa prensa que incomoda a la Casa Blanca.
Han pasado sólo 3 años desde aquella foto de Aylan en una playa. Ahora Salvini -el miserable ministro de interior italiano- llama «carne humana» a los refugiados que intentan cruzar el Mediterráneo. Más cerca hay quienes se atreven a cuestionar el rescate y acogida de un barco con centenares de inmigrantes en peligro.
Así que tal vez por esa terrible falta de memoria las fotos siguen siendo más necesarias que nunca.
Es cierto la controversia que suscita este tipo de normativas y cuando hay seres tan indefensos como los niños, la causa suele indignar y poner los pelos de punta. Sin embargo no olvidemos que cruzar ilegalmente una frontera de un estado soberano, el que sea, tiene consecuencias. No todos los que cruzan son refugiados porque su país está en guerra o son perseguidos por sanguinarias dictaduras, existe, a mi entender, una solidaridad malintencionada que muchas ONG´s explotan con más que aviesas intenciones y de las cuales las mafias de la inmigración se benefician. La pobreza y la búsqueda de una vida mejor para tu familia es un derecho si se hace legalmente y con los trámites necesarios, pero la prerrogativa de concederlo es un privilegio del país receptor que debe estudiar cada caso y racionalizarlo con los medios disponibles de cada país, no se trata de desnudar un santo para vestir a otro y más cuando los recursos son cada vez más limitados en una europa donde el estado de bienestar se desvanece.
«Lo Inhumano» nunca tendrá suficiente apoyo jurídico o legal para justificarse. Otra cosa es lo que nos convenga.
Obama, nada más y nada menos que un Nobel de la Paz, eso lo justifica todo.
Hitler fue elegido en unas elecciones, por su pueblo, era la voluntad del pueblo, eso lo justifica todo.
Has leído el artículo? Fake readers
Lo repetiremos una vez más a ver si queda claro del todo: en esta caso no se admiten xenófobos, machistas, homófonos, racistas… Algunos lo llaman «corrección política», nosotros simple higiene.
Dicho lo cual y visto el nivel, nos vemos obligados a cerrar los comentarios de este artículo.
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