Las historias de fotografías y negativos perdidos son relativamente habituales. A veces se trata de trabajos perdidos de grandes fotógrafos, como la famosa maleta de Robert Capa, y en otras ocasiones, en cambio, sirven para descubrir a nuevos mitos la fotografía desconocidos en vida, tal y como ocurrió con la ahora omnipresente Vivian Maier.
La fotógrafa rusa Masha Ivashintsova aspira a pertenecer a este segundo grupo. Durante gran parte de su vida, entre 1942 y el 2000, Ivashintsova fotografió constantemente todo lo que ocurría en Leningrado (actualmente San Petesburgo) y otras ciudades de Rusia. Nadie vió jamás sus fotos hasta que a finales de 2017 un pariente tropezó por casualidad con una caja llena de negativos y carretes sin revelar.
Se trata en total de cerca de 30.000 imágenes en blanco y negro que retratan a la perfección la vida en las últimas décadas de la unión soviética, muchas de ellas autorretratos y fotos familiares.
Criada en el seno de una familia aristocrática que lo perdió todo tras la revolución bolchevique, Ivashintsova tuvo una vida turbulenta que empezó con una carrera truncada de bailarina. Tras varias relaciones fallidas con varios personaes de la élite cultural de Leningrado, compartió su vida con el fotógrafo Boris Smelov, que a diferencia de ella sí obtuvo cierta fama con sus instantáneas.
Algunos de sus diarios revelan que a menudo sentía que sus talentos artísticos eran poca cosa en comparación a los de los hombres con los que se relacionó, lo que explica que jamás mostrara su trabajo fotográfico. A principios de los 80 una fuerte depresión la llevo a perder varios trabajos en una sociedad en la que el desempleo era prácticamente un crimen, lo que la llevó a ingresar en un hospital psiquiátrico. Su vida se fue apagando poco a poco.
Diecisiete años después de su muerte, el esposo Asya, su única hija, se topó con los negativos en el desván de un ático que pertenecía a la familia. Desde ese momento varias galerías y coleccionistas se han interesado por el trabajo de Ivashintsova, pero Asya aun no tiene claro que hacer con las fotografías, de las que tan solo ha escaneado un puñado para compartirlas a través de una sencilla página web.
Mientras disfrutamos de estas pocas imágenes queda por ver si Masha Ivashintsova se convertirá en un icono fotógrafico sobre explotado como ha ocurrido con Vivian Maier, o si pasados un tiempo su nombre volverá a sumirse en el olvido, junto a esos negativos y carretes cubiertos de polvo en un desván de Leningrado.
En mi opinión, la fotografía más interesante de cuantas existen. Auténtica historia gráfica.
El tiempo les aporta una dimensión histórica revalorizando así esos recuerdos. Fotos testimonio de la Rusia cotidiana. Me encantan prácticamente todas.
Carácter documental, sí, pero hace falta encuadrar con algún talento que vaya más allá de la visión de un simple aficionado. Hace falta Arte, algo de lo que estas fotos carecen.
La comparación con la Mayer es igualmente de aficionado recién llegado.
De lo poco que he visto de esta fotógrafa, ciertamente me gusta más la americana… pero pareces olvidar que también era una aficionada.
Evidentemente la Mayer, como todo aquél que trasciende con su arte las categorías convencionales de aficionado/profesional, va más allá de las clasificaciones habituales. De ahí que sea ilegítima su comparación con lo que tenemos a la vista.
Algo, una obviedad, que saben hasta los neófitos, y que, sin embargo, tú pareces ignorar.
Bueno, eso lo dices tú; yo lo respeto pero no estoy de acuerdo.
https://www.blogdelfotografo.com/aficionado-vs-profesional/
Por otra parte es obvio que existen fotógrafos aficionados con mejor «ojo» que profesionales… pero si no se ganan la vida con ello, no son profesionales.
P.D. Y por supuesto, un aficionado puede alcanzar un nivel muy elevado, ser un gran artista… mientras que existen profesionales que no llegan tan alto a pesar de vivir de ello. Pero eso no quita que el primero sea aficionado (no gana dinero con ello) y el segundo profesional (gana dinero y por tanto vive de ello).
No estás de acuerdo en que un artista trasciende las categorías formales de aficionado/profesional porque tu visión del oficio es la de un neófito; un neófito que ni siquiera ha experimentado el necesario proceso que lleva desde aprendizaje a la maestría y todo su conocimiento del oficio lo ha obtenido a través de… «blogs».
Mejor así? Has conseguido entenderlo ahora? Me alegro !
Vale, soy un neófito y el autor del artículo, por lo visto, también. Pues nada, usted disculpe.
Veamos, Run.
Estoy de acuerdo que un artista trasciende las categorías de aficionado/profesional, pero, ¿quién dice que esta fotógrafa no es un artista comparable a Maier (apellido que por cierto no supiste escribir correctamente), lo dices tú?
Al final sabía que ibas a estar de acuerdo conmigo. Eres un neófito, sí, pero consuélate: el autor de este artículo lo es en mayor grado que tú.
Lo mío tiene arreglo; solventar la prepotencia y la soberbia ya es más complicado. Suerte en la vida, la vas a necesitar.
Eso pasa por intentar ponerle los puntos sobre las íes a la persona equivocada. La próxima vez que se hable de la Mayer recordarás la lección aquí aprendida, y, si tienes la suficiente humildad, me lo agradecerás en silencio.
Run, yo te agradezco el debate eterno entre qué es arte y qué no. Y valoro mucho que tú -entre otros- sepas valorar la mierda enlatada de Piero Manzoni como se merece. La sociedad necesita gente con vuestra sensibilidad.
Muy poco edificante, y muy mal traída la analogía entre la mierda enlatada y los carretes no revelados de esta rusa. Ni yo me hubiera atrevido a algo así. Procura ser más elegante la próxima vez.
Run, esa testosterona te nubla el juicio. Humildad, eso es precisamente lo que necesitas para aceptar mis puntos sobre tus íes. 🙂
Para aceptar el punto de vista de alguien que se declara a sí mismo «neófito» no hace falta humildad sino un acto de fe. Y yo por desgracia soy ateo; no creo en la misericordia y no sirve de nada que apeles a mi fibra sensible.
Solo me declaré neófito para que me dejases en paz. Pero ni por esas…
Pobre neófito: después del revolcón que te dieron en el hilo de la huelga vienes y te acosan aquí. Lo tuyo es de pedir amparo al Defensor del Pueblo 😀
Ves a hacer fotos, o lo que sea que hagas con la cámara, que me gustaría verlo. Cuídate hombre, y que pases un buen día. 🙂
Don’t feed the trolls 😉 y mas de los que se creen los dioses del universo
Todo un legado, quizá inconsciente por parte de la fotógrafa en aquella época, que hoy cobra un valor documental incalculable, más, si es sobre un sociedad tan cerrada como la sovíetica de aquellos años.
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O nos sacan más fotos o la comparación con Maier esta en la maleta de negativos. Como documento gráfico esta bien. Quizá le hacen un flaco favor ponerlas juntas en la noticia.. y ya van unas cuantas.
30.000 negativos de los cuales solo se ha visto un puñado, que si somos sinceros, no tienen una calidad muy alta y que contiene, desde luego, información puramente documental, quizás es ese su valor pero creo, al igual que alguien mas por aquí, no tienen la calidad plástica de las imágenes de Vivian Maier.
El día en que se revelen por lo menos un cuarto de todo lo encontrado, podremos sacar una conclusión mas certera de si esta buena señora es el equivalente a la Maier, de quien puedo asegurar que si que era una artista y una fotógrafa excepcional.
No todo lo de Vivian Maier era «artístico». Muchas poses en las fotos de Maier eran cosas comunes a su época. Otras hoy parecen destacables solo porque al haber sido sacadas con Rolleiflex que da una perspectiva totalmente desacostumbrada en las últimas décadas. En cuanto a lo que presenta esta rusa son fotos que, hasta ahora, solo podemos ver documentación de la URSS.
Para los que nos criamos en latinoamérica, bajo la visión que nos entregaba la Asociated Press (AP) y la United Press (UP), esto nos permite informarnos un poco desde otro punto de vista.
Creo que hay que distinguir entre valor documental y artístico. No todo lo que aparece en un baúl olvidado tiene el valor artístico o defina el buen ojo del fotógrafo. Ocurre como cuando un fotógrafo viaja a un lugar lejano y sus fotos llaman la atención. Llaman la atención porque a los sitios a los que va, son fotos muy diferentes a las que estamos acostumbrados. Seguro que no fotografía a un niño montado en patinete eléctrico, como mucho empujando una rueda vieja, o a alguien comiendo un chuletón, más bien cociendo un puñado de arroz, etc.
Lo único que tienen en común esta fotógrafa rusa con Vivian (a mi entender) es la invisibilidad que su época le otorgó, y que ahora alguien le da. Pero en la calidad documental están (por lo que hemos visto hasta ahora) a años luz una de otra.
Aquí pueden verse más. Tiene alguna que me gusta mucho.
https://verne.elpais.com/verne/2018/03/25/articulo/1521994207_653742.html
En vez de criticar tanto, ¡venga!, a documentar vuestra ciudad. 🙂
Salió anoche en el Telediario. ¿Pasará también esto, que después de muerto lo descubran a uno, en la época de la fotografía digital?