Es fácil imaginar el móvil de Emilio Morenatti echando humo el pasado viernes tras anunciarse que era el ganador de una de las categorías fotográficas del Premio Pulitzer 2021.

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Mientras escribía la noticia me preguntaba si entre los miles de mensajes de felicitación estaría el de alguno de los que hace sólo unos meses le explicaban al reportero qué focal era la mejor para hacer fotos. O desde donde tenía que disparar para que los improvisados críticos fotográficos que surgieron en el país dieran el visto bueno y no hablaran de manipulación.

¿Es o no maravilloso pensar en esos señores que desde su teclado le daban instrucciones a un premio Pulitzer de fotografía? En realidad él nunca le dio mayor importancia a la polémica ni a las fotos, tal y como nos explicó en su momento. De las que estaba realmente orgulloso era de esas otras llamada a ser parte de la memoria colectiva de aquel terrible 2020. Dicho en pasado suena hasta lejano.

Me preguntaba también -porque los periodista que nunca ganaremos un Pulitzer somos muy de escribir en primera persona cuando otros lo ganan- si entre las felicitaciones habría también alguna de los mismos medios que han convertido el fotoperiodismo español en un páramo laboral. No de calidad, eso es evidente, pero sí de derechos, sueldos y futuro.

Y efectivamente ahí estaban. Con sus galerías y su tono de orgullo en el titular. En plan, ha ganado uno de los nuestros. Otro, porque el año pasado fue Susana Vera una de las premiadas en el apartado de fotografía junto a otros reporteros de Reuters.

Y en 2013 Manu Bravo se convirtió en el fotoperiodista más joven de la historia en hacerse con este premio. Y antes, en 2005, Javier Bauluz fue el primer español en conseguir un Pulitzer.

«Un Pulitzer no te asegura el sueldo», nos contaba Vera el año pasado. «No recuerdo la última vez que un medio español pagó por una foto mía», denunciaba Luis Tato, finalista en la última edición de los World Press Photo.

Grandes fotógrafos y fotógrafas españoles en lo más alto del panorama mundial pero trabajando para agencias o medios internacionales. Y en el caso de Tato -él mismo lo describía- teniendo que buscarse la vida fuera del país porque aquí no había manera.

Tienen un Pulitzer pero no un Centro de Fotografía que les apoye, apuntaban desde la muy activa y dinámica cuenta de la Plataforma Centro de Fotografía e Imagen que reclama uno para España.

Y con razón. El país lo necesita. Pero sobre todo y antes que eso necesita que haya fotógrafos y fotógrafas que puedan ganarse la vida con su trabajo.

Medios que, además de hacer noticias sobre este futuro Centro de Fotografía o sobre los españoles que reciben un premio, estén dispuestos a pagar por las fotos. Y tener en sus plantillas fotoperiodistas con unas condiciones laborales dignas.

Un centro de de fotografía con su sede, presupuesto, archivos planes formativos, eventos, becas, editorial y charlas puede y debe dinamizar y dignificar el sector. Pero si en esa lista de deberes no figura una vertiente sindical, laboral y de derechos puede darse la paradoja de que acabemos teniendo una institución nacional de fotografía en un país donde sólo quienes tengan la vida resuelta puedan permitirse el lujo de ser fotógrafos.

17 COMENTARIOS

  1. No creo que el premio haga mejor fotógrafo a Emilio, que ya lo era y ya era merecedor de todo el respeto del mundo por su explendido y dilatado trabajo. El premio, eso sí, hace justicia a este reconocimiento y le da mayor visibilidad y altavoz.

    Pero recuerdo bien la polémica y más allá de posiciones histéricas en uno u otro sentido, sí sirvió para poner encima de la mesa una vez más, que la fotografía, al igual que qualquier otra disciplina periodística (en este caso) tiene línia editorial. Que con la técnica y la herramientas fotográficas podemos «dar forma» a la información y explicarla de determinada manera sin tener que llegar al retoque o alteración de la realidad, a lo que vendria a ser, la mentira.

    El simple uso de una u otra focal, hasta de un balance de blancos, nos puede ayudar a efatizar aquello que queremos decir o dejar de decir y tener esto claro no tiene porqué suponer que estás dando lecciones de ningún tipo a Emilio Morenatti o a qualquier fotoperiodista

  2. Con Pulitzer o sin Pulitzer, Morenati manipuló descaradamente la realidad para ofrecer una perspectiva muy subjetiva de la realidad, realidad que iba por otro lado al que mostraba esa foto.

    Incluso aquellos que reciben los máximos galardones y reconocimiento social o internacional no son seres angelicales y puros libres de toda mácula. Aun ellos no se libran de cometer alguna «travesura» de tarde en tarde.

  3. Precisamente por lo bueno de su trabajo y la calidad del mismo, no creo que sea inocente a la hora de escoger focales y diafragmas para expresar la realidad. Aunque ello no quita que merezca el galardón y admiración del público.
    El problema creo que está en focalizarse en la persona que realiza las fotos y no, como ya apuntan otros comentarios, en la línea editorial del periódico. Sin ánimo de hacer vaticinios, me imagino que el periódico le diría que foto deseaba y como trabajador se limitó a cumplir las exigencias. El problema a mi juicio en doble, por un lado, la imposición a la hora de trabajar y por otro, la indefensión de los y las trabajadores.

  4. No fue el «país» el que con razón criticó el modus operandi de Morenatti, sino sus propios compañeros mas comprometidos que él con la imparcialidad y la objetividad que debe presidir el oficio del fotoperiodista. En cualquier caso, ese merecido tirón de orejas se lo dieron cuando aún no era un Pultizer Prize.

    Titulo engañoso: artículo FAIL de manual.

  5. A mí lo que me molestó de aquella discusión es que uno de los fotógrafos implicados -no recuerdo si el propio Morenatti- afirmase que él «no manipulaba».

    Mi punto es que eso precisamente, manipular, es lo qua hace un fotógrafo. Cada elección que hace recorta, muestra, destaca, subraya, realza, oculta la realidad… en una palabra: manipula la realidad.

    Esta palabra no es peyorativa. Es, simplemente, inevitable. Si lees un artículo de un periodista sabes a qué te expones… pues cuando miras una foto de un fotógrafo pasa lo mismo. Un ángulo más alto o más bajo a la hora de hacer una toma puede significar mucho.

    Morenatti es un maestro, así que la elección que hace de una focal no es una simple casualidad.

  6. Me da igual si manipuló o no… Es una discusión estéril, el fotógrafo SIEMPRE manipula, de una manera u otra, es SU visión la que se plasma en la fotografía… La discusión está en porqué los medios; las parejas, los españoles en general; no pagan como se debería a los fotógrafos… Porque no tenemos cultura visual???

    • Cultura visual hay a patadas, lo que no hay es cultura de pagar. En muchos países, entre ellos España, se justifica el pillaje de cualquier producto cultural con las excusas más estúpidas imaginables, para llegar a la conclusión de que el imbécil es el que paga, que no se sabe buscar las castañas. Pues así va la cosa. Por supuesto no todo el mundo es así, pero lamentablemente una parte suficientemente grande tiene esta mentalidad, incluyendo medios de comunicación.

  7. Honestamente a mi este tío me ha caído mal desde su infame foto del WPP 2013 donde no tuvo forma mejor de representar la huelga general de 2012 que con la foto de una chica llorando por unos cristales rotos, menuda foto, más aún que fuese premiada.

    Más allá de eso, el hecho de que tenga no se cuanto premios no le quita que no pueda recibir críticas, es una falacia de autoridad más que otra cosa.

  8. Por favor, esto lo expreso sin acritud, pero cuánta falta de empatía y qué corta la memoria se ha de tener para olvidar que los 2 meses de marzo a mayo de 2020 significaron en la calle un parón digno de película apocalíptica, donde la presencia humana era escasa y quienes sí podían estar en la calle (como los fotoperiodistas) vivieron esa abrumadora sensación de vacío inédita.
    Luego, al permitírsele a las personas salir a pasear si bien la «realidad» era que había un distanciamiento social bien cumplido y una presencia numérica muy por debajo de lo habitual, para esos fotoperiodistas que anduvieron en la calle durante el vacío, esa «nueva realidad» de ver más gente fácilmente les impactaba en el ánimo.
    Entonces, por qué inferir inmediatamente la «manipulación» cuando simplemente pudiera estar expresando su visión del momento de acuerdo a la sensación percibida.
    Si se está en conocimiento de que existen las «líneas editoriales», entonces para qué afectarse negativamente con una fotografía y procurar su deconstrucción con el fin de rebatir su contenido.
    Me parece más un ejercicio de egos buscando ganar indulgencias con escapulario ajeno, como decía mi abuela (nuevamente sin acritud).
    Salud y saludos

  9. Y a pesar de la regañina que supone este artículo, el mundo le sigue explicando a Morenatti la diferencia entre fotógrafo honesto y deshonesto. No cabe duda de que la severa reprimenda a penas ha surtido efecto. El mundo sigue siendo cruel, desleal e incorregible. Snif, snif.

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