Mala noticia para los amantes del cine. El director de fotografía francés Raoul Coutard fallecía el pasado martes a los 92 años de edad, dejando tras de sí un larga y prolífica carrera en la que iluminó algunas de las películas más importante del cine francés.
Mucho antes de comenzar su andadura en el cine, Coutard pasó once largos años trabajando para Paris Match en la colonia francesa que luego se convertiría en Vietnam. Tras regresar a Francia trabaja realizando fotonovelas hasta que recibe la invitación de un antiguo compañero de sis tiempos de reportero en Indochina para rodar un modesto documental.
Este sería el punto de partida de una fantástica carrera como director de fotografía trufada de grandes películas y intimamente vinculada a directores de la talla de François Truffaut, Costa-Gavras y Jean-Luc Godard.

Precisamente junto a este último rodó la imprescindible «Al final de la escapada» («À bout de soufflé», 1960), el filme que inició el movimiento cinematográfico de la Nouvelle Vague, uno de los periodos más creativos, libre y revolucionarios que ha conocido el séptimo arte a lo largo de toda su historia.
La Nueva Ola del cine francés jamás hubiera sido la misma sin la presencia de Coutard, cuyo estilo de rodar encajó a la perfección en las exigencias del recién nacido movimiento: presupuestos limitados, filmaciones con pocos medios, libertad de acción y movimiento y estilo naturalistas. Muchas de sus películas están iluminadas de forma sumamente sencilla, a base de rellenos, rebotes de luz y fuentes de iluminación naturales y presentes en los escenarios reales en los que transcurrían los rodajes.

Los sencillos esquemas de luz que diseñaba permitían una libertad de acción y movimiento total, donde los actores podían moverse a sus anchas mientras el operador los seguía cámara en mano de un modo casi documental.
«Tirad sobre el pianista» («Tirez sur le pianiste», François Truffaut, 1960), «El desprecio» («Le mépris», Jean-Luc Godard, 1963), «La piel suave» («La peau douce», François Truffaut, 1964) o «Z» (Costa-Gavras, 1969) son algunas de las obras del inmenso legado cinematográfico que nos deja Raoul Coutard.
Una gran pérdida, Coutard imprescindible del celuloide, la Veneno imprescindible del chonismo ilustrado.
No es cueste creerlo, es que duele. Los de mi generación crecimos creyendo que cine era eso que hacían Nykvist y Coutard
No sé si somos de la misma generación, pero yo sigo pensando que el cine es ese, el que hacían Nykvist y Coutard entre otros. Se echan tanto de menos estas películas frente al burdamente recargado cine de hoy.