«No soy fotógrafo profesional, soy programador de oficio, aunque creo que mi caso es un poco peculiar. Abandoné la ingeniería a falta de pocas asignaturas porque estaba un poco desencantado con el mundo universitario y, además, ya había empezado a trabajar de programador. En cambio tengo bastante formación académica en fotografía, ya que he realizado un par de los cursos de iluminación y fotorreportaje en la escuela GrisArt de Barcelona.
El gusanillo de la fotografía me viene por mi padre. Él también era aficionado y tenía una buena réflex para las fotos de familiares y a mí me encantaba cogerla siempre que podía. Más tarde, tras un ruptura sentimental y un parón laboral, se me ocurrió comprarme una cámara para salir a hacer fotos y combatir la bajona del momento.
Creo firmemente que ha sido una de las mejores decisiones que he tomado en la vida. He aprendido un montón de cosas, he hecho grandes amigos y he ido a sitios a los que posiblemente no me hubiera planteado ir antes de meterme de lleno en el mundo de la fotografía.
El proyecto «Curar al galgo» empieza siendo mi trabajo final del curso de fotorreportaje en GrisArt, teníamos total libertad para escoger el tema. Me acordé en ese momento de un consejo que le leí a David Alan Harvey, en el que venía a decir que no hace falta irse a la India para hacer un buen trabajo fotográfico, que en ocasiones pasamos por alto las historias más cercanas.
Mi pareja y yo acabábamos de adoptar a Lola, nuestra primera perra, en la asociación con la que luego colaboré durante el todo proyecto: Galgos 112. La perra estaba muy enferma y tuvo que pasar casi medio año para que se recuperara del todo. Entonces se me ocurrió contar la odisea de Lola desde el refugio donde la abandonaron en Valdepeñas hasta llegar a nuestro hogar, fotografiando cada paso de su largo proceso de recuperación.
Al ser un proyecto de fotografía documental quise optar por el clásico blanco y negro. La mayoría de las fotos del proyecto están hechas con la misma combinación de cuerpo y lente, utilizando casi siempre un angular moderado. El resto del trabajo consistió básicamente en tener clara la historia que quería explicar, documentarme a fondo, ir a donde el proyecto me llevara y hablar con quien tuviera que hablar para poder hacer las fotos que necesitara. Lo normal en un trabajo de foto documental de largo recorrido, supongo.
El trabajo «Curar al galgo» lo hice en su mayoría con mi antigua Panasonic Lumix DMC-G7X y el 15 mm f1.7, una combinación muy discreta para fotorreportaje. Hoy en día utilizo una Sony A7 y algunas ópticas fijas de Zeiss.
Entre mis fotógrafos de referencia está el antes mencionado David Alan Harvey, creo que su trabajo es muy honesto y optimista. También me ha marcado mucho el proyecto «Ward 81″ de Mary Ellen Mark, una fotógrafa capaz de dar un trato muy respetuoso a temas muy crudos y difíciles.»
¿Tienes un proyecto fotográfico interesante que te gustaría compartir en Photolari? Ponte en contacto con nosotros indicando en el asunto del mail «portfolio».
Excelente porfolio, excelentes fotos…
Bonita historia, bonitas fotos, felicidades.
Gracias por mostrarnos el talento y las historias de gente anónima o profesionales poco conocidos. Es una sección que me gusta mucho.
¡Bravo!, los mejores fotógrafos fueron autodidactas…
Excelente trabajo y una muy noble causa.
Sigue así.
Hermosa historia y fotos. Felicitaciones !!!
He gaudit mirant aquestes fotos i la forma d’organitzar-les…Crec que has fet un molt bon treball. Felicitats!…Gràcies per compartir-lo aquí…