Aunque se siga oyendo eso de que no se podía prever la gran nevada que sufrimos en el centro peninsular, ya desde finales de diciembre yo estaba muy pendiente de las previsiones y actualizaciones de los modelos meteorológicos.
Pese a la incertidumbre que aún había, todo parecía indicar que finalmente ocurriría. Así que según se acercaba la fecha, el día 6 de enero, decidí que era el momento de tomar la iniciativa y como vivo en las afueras reservé una habitación en el centro de Madrid.

Por mi experiencia en nevadas anteriores – poca cosa comparado con la que se nos venía encima- sabía que la ciudad se convertiría en un caos, y que sería casi imposible llegar al centro a primera hora para encontrar nieve fresca y sin pisadas.
Ya tenía mi habitación reservada. Si caía la gran nevada me encontraría en el centro para disfrutarla y fotografiarla, y si no pasaría en un hotel un par de noches y sería lo más parecido a unas vacaciones o a un viaje que he tenido en los últimos meses.
Llegué a Madrid el viernes después de comer y tuve el tiempo justo de dejar las cosas en el hotel y prepararme cuando comenzó a nevar de manera copiosa. En unas pocas horas un manto blanco ya cubriría toda la ciudad y nos regalaba estampas alucinantes.
Fueron dos días muy intensos en los que recorrí más de 30 km por el centro de Madrid. Necesité dos madrugones a las seis de la mañana para encontrarme la ciudad completamente nevada y vacía, una experiencia inolvidable por la que vale la pena perder horas de sueño.
Una de las principales diferencias que noté con respecto a la fotografía que más suelo practicar (naturaleza y astrofotografía) es que, debido a la terrible contaminación lumínica de Madrid, no tuve que utilizar el trípode y disparé todas las fotos como si fuera de día.
Las nubes bajas, la nieve y la ingente cantidad de luz que Madrid desperdicia hacia el cielo hicieron que en ningún momento pareciera noche cerrada. Utilicé mis cámaras en prioridad de apertura con diafragmas f2.8 y f4 y la sensibilidad ISO en automático durante toda la sesión.
Está claro que lo ideal habría sido hacerlo con trípode, pero las condiciones no eran las más adecuadas. Si hubiera trabajado con más calma probablemente tendría un par de fotos con algo más de calidad, pero me habría tenido que volver enseguida al hotel congelado y empapado. En ocasiones hay que adaptarse a las situaciones y disparar de una manera más ágil para conseguir las fotos.
Dicho esto me quito el sombrero ante el rendimiento que ofrecen los equipos de los que podemos disfrutar actualmente. Rinden increíblemente bien y ya les hubiera gustado a muchos grandes fotógrafos históricos contar con los medios de los que disponemos ahora.
Tal era la cantidad de luz en esa ciudad nevada y vacía que me permitió disparar de este modo y obtener resultados muy válidos. Incluso tuve que hacer muchas fotos con mi móvil, que no tiene una gran cámara, porque me falló un objetivo, y aun así, el ruido no fue un problema y quedaron muy bien.
La mayor dificultad técnica a la que me enfrenté esos días fue sin duda el frío y la humedad. Tanto mi equipo (la pantalla de la cámara falló en algún momento y el objetivo tuvo condensación interna) como yo mismo sufrimos bastante. Nevaba copiosamente pero la temperatura no era muy fría, por eso la nieve se deshacía nada más de entrar en contacto con la cámara o ropa, todo quedaba empapado a los pocos minutos.
Ponerse varías días la ropa mojada no fue una experiencia agradable y digamos que el secador de pelo de la habitación del hotel tuvo algo de trabajo extra.
Mi principal consejo para realizar este tipo de fotos sería vestirse adecuadamente y proteger bien el equipo. Una funda de lluvia de estas que deja meter las manos y manipular la cámara me habría venido muy bien. Ante la ausencia de esto, tuve que utilizar un gorrito de ducha que pedí en el hotel. Muy importante también guardar las baterías de repuesto de la cámara en algún bolsillo interior para mantenerlas calientes y que no se descarguen.
A lo largo de estos dos días utilicé una Sony A7 III, un Tamron 17-28 mm f2.8, una Sony A6100 que siempre llevo de respaldo o para ir más ligero con su objetivo 16-50 mm de kit, un Samyang 12mm f2.0 y mi smartphone, un Realme X3 Superzoom.
Mi idea a lo largo de ese fin de semana era retratar los lugares más conocidos y emblemáticos del centro de Madrid. Me quise centrar en la zona alrededor de la Puerta del Sol y aun así terminé abarcando más más de lo que pensaba, pero menos de lo que me habría gustado.
El cansancio y el frío fueron realmente los que acotaron el alcance de mis paseos: entre la Puerta de Alcalá por el este y la zona del Palacio Real y la Almudena por el oeste, pasando siempre por las grandes arterias y monumentos clásicos como la Gran Vía, Callao, Plaza Mayor y Sol.
Este año está siendo complicado para muchos y las restricciones de movilidad obviamente suponen un problema para los fotógrafos. No obstante, que todos los problemas sean esos.
Ya vendrán mejores momentos para poder viajar y desplazarnos. El punto positivo de esto es la posibilidad de explorar lugares muy interesantes dentro de la propia Comunidad de Madrid y encontrar nuevos encuadres y proyectos fotográficos que de otra manera quizás nunca me habría decidido a hacer.
En cuanto a la edición de las fotos se trata exclusivamente de un revelado rápido con Lightroom. Este tipo de reportajes hay que intentar mostrarlos en los días posteriores para que no pierda vigencia. Teniendo en cuenta que aún tardé tres días más en poder llegar a mi casa debido al colapso de la ciudad y que tenía que importar y clasificar más de 1300 fotos, tenía que darme prisa.
Mi principal preocupación fue ajustar muy bien el balance de blancos para potenciar esos tonos fríos e intentar recrear el frío y las sensaciones vividas aquellos días, pero sin perder el contraste con las luces cálidas de la ciudad y los neones de la Gran Vía. Muchas fotos tienen también un desenfoque o glow muy llamativo producido por el objetivo empañado. Si no puedes con el enemigo, ¡únete a él!
En esos días también grabé una serie de planos y una especie de vlog mostrando parte de la experiencia y los efectos que había causado Filomena en Madrid.
Podéis ver el resto de las fotografías en mi web o en mis perfiles de Instagram y Twitter.
Indicas que te falló un objetivo y la pantalla de la cámara… ¿cuáles exactamente? ¿Qué tal el sellado de la A7?
Hola Pablo! El objetivo fue el Tamron 17-28 que condensó internamente. La a7III se portó muy bien, acabó completamente empañada y solo falló en alguna ocasión la pantalla (yo creo que más bien el sensor que alterna entre visor y pantalla)
Enhorabuena, Javier! Y gracias a Photolarii por mostrárnoslo.
Muchísimas gracias Adrián! Me alegro de que te guste
Espectaculares fotografias y muy bonitos los colores
Si espectaculares imágenes Javier, he conocido Madrid solo en verano, pero verlo así es impresionante, Saludos desde Chile
Excelente trabajo de lo mejor que he visto