«Mi primer contacto con la fotografía fue hace casi quince años en una asignatura optativa del instituto que se llamaba Comunicación Audiovisual. La profesora que impartía la asignatura nos enseñó a utilizar una réflex e incluso pudimos revelar en un cuarto oscuro nuestras propias fotografías.

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Desde ese momento me empezó a interesar la fotografía así que en cuanto pude me compré mi primera cámara (una muy humilde Nikon Coolpix 2100). Años después me compré una DSLR, una Canon EOS 400D recién lanzada al mercado.

Luego vinieron años en los que entre la universidad primero y después el trabajo no pude emplear todo el tiempo que me hubiera gustado a la fotografía. Hasta más o menos este último año, en el que he conseguido sacar tiempo y hacer fotos casi todas las semanas.Todos los conocimientos que he adquirido estos años han sido de forma autodidacta (webs, foros, videos, libros…) y sobre todo viendo y haciendo muchas fotos.

En la Habana no quise realizar las típicas fotografías, las postales que se suele decir. Quería ser capaz de llevarme esa parte de la cuidad que para la muchas personas puede pasar por desapercibida. Tuve claro que para conseguirlo tenía que andar mucho.

Después allí todo fue muy natural, con la cámara siempre en la mano, atento a lo que me pudiera encontrar. En el momento en el que veía a una persona que me llamaba la atención le pedía permiso para fotografiarla e intentaba que la escena fuera igual a la que había visto en un primer momento. Después, le enseñaba la fotografía a la persona creando un momento de complicidad con la misma.

Antes de ir a la Habana estuve revisando el archivo fotográfico de Magnum en su web para hacerme una idea de lo que me iba a encontrar allí y para crear ese algo así como un «subconsciente fotográfico».

Me gusta mucho la fotografía documental, esa fotografía que es capaz de captar un momento concreto (una escena, una luz o una sombra, un ambiente…) y hacerlo de una manera especial, sin alterarlo, transportando al espectador al momento exacto en el que se realizó la fotografía.

Trabajo únicamente con Lightroom y siempre intento que las fotografías que pertenecen a una misma serie tengan el mismo estilo para mantener un especie de coherencia visual.

Mi equipo habitual es una Canon EOS 80D, todas las fotos de Cuba están realizadas con el Sigma 30mm f1.4 DC HSM Art. Últimamente me siento muy cómodo usando esa focal, me permite «ver» la fotografía antes incluso de situar mi ojo en el visor. Además, al ser relativamente corta, me obliga a acercarme a la escena. Creo que emplear focales fijas es un interesante ejercicio que desarrollar el ojo fotográfico.

Podrá sonar raro (o poco ortodoxo), pero Instagram es una gran fuente de inspiración para mí. Veo muy buenas fotografías todos los días hechas por gente anónima. Creo que si se tiene un buen time line puede ayudarte mucho a progresar en tus fotografías.

Y luego están las mis referencias con mayúsculas: el mundo de Alberto García-Alix, las series de Cristina García Rodero, los viajes de Castro Prieto, los retratos de Ricky Dávila, los escenarios de Javier Ayarza…»

Más información sobre Victor Ferropénico en su página webInstagram y Facebook.
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