© Ryan Weidman

Si hay una profesión que te permite conocer todos los rincones de una ciudad y alternar con personas de toda clase, ideología y condición, esa es sin duda la de taxista. Y es que tal y como dicen los compañeros de Cultura Inquieta, un taxista puede ser el mejor cronista de una época y un lugar.

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Y si combinas la profesión de taxista, con un excelente ojo fotográfico y la fascinante ciudad de Nueva York el resultado ya es demoledor. Ese es exactamente el caso de Ryan Weidman, que durante varias décadas ha inmortalizado todo lo que sucede en la órbita de su taxi mientras recorre las calles de la ciudad que nunca duerme.

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El resultado es una extensa colección de instantáneas que retratan a la perfección el bullicioso y contracultural ambiente de Nueva York desde los años 80 hasta principios de siglo.

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Un continuo ir y venir de yuppies, poetas, artistas, drag queens, prostitutas y gente venida de todas las partes del mundo que quedaban perfectamente retratadas en el interior del taxi de Weidman, muchas veces con el propio fotógrafo como co-protagonista.

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La obra de Ryan Weirdman, que encarna como nadie ese icono del taxista neoyorkino que ya explotaron obras maestras como Taxi Driver (Martin Scorsese, 1976), ha sido recientemente reivindicada con varias exposiciones e incluso con un documental producido por la prestigiosa HBO.

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