Delante de su cámara han pasado músicos, políticos, actores y una larga lista de celebrities que, además de muchas anécdotas -para escribir un libro, nos confiesan- han convertido a Kenton Thatcher en una reconocido fotógrafo profesional de moda, publicidad y editorial. Inglés afincado desde hace décadas en Portugal, continuamos nuestra serie de entrevistas a fotógrafos de Sony charlando con él sobre su equipo, sus sesiones y las claves de un buen retrato.
En un retrato intervienen muchos elementos. La luz, el escenario, el modelo, el fotógrafo… ¿Cuál es el más importante? ¿Y cuál cuesta más dominar?
Yo suelo explicar que un retrato es como cocinar una tarta. Salvo que tengas buenos ingredientes el resultado siempre será un tarta que podría haber sido mejor. Un buen modelo, buena luz, buen maquillaje y peluquería si se trata de una sesión de moda. Y la ropa que lleva puesta el protagonista. Sobre todo si es un retrato no quiero que lleven nada que pueda distraer la atención respecto a su persona.

La mayoría de mis fotos son sólo con una fuente de luz. Creo que esto viene de mi interés por la pintura renacentista donde los artistas usaban únicamente luz natural a través de una ventana. También de los trabajos de los fotógrafos Richard Avedon o Irving Penn que usaban también una única luz principal. Me encanta esa sencillez, que no haya nada que distraiga.
Posiblemente lo más complicado en una sesión es entenderse con quien está al otro lado de la cámara. La comunicación y confiar es esencial. Si no fuera fotógrafo posiblemente me había hecho psicólogo. Eso es posiblemente lo único que no podemos controlar en una sesión de retrato: los sentimientos o el estado anímico ese día de quien está posando.

Has retratado muchas personalidades conocidas y auténticas estrellas. ¿Es muy difícil trabajar con ellas? ¿Cómo consigues que te hagan caso durante la sesión?
Las celebrities son personas normales como tú y como yo. Tuve la suerte de comenzar como asistente con sólo 16 años y en plenos años 80 con algunos de los fotógrafos más reconocidos del momento en el mundo de la moda y la música.
Y como todos los asistentes además de cargar película en la cámara también tuve que preparar muchas tazas de té para grupos como Culture Club, The Police, Wham, Duran Duran y muchos otros. Al principio estaba muy asustado, pero tuve que apañármelas para no perder el trabajo.


Cuando comencé por mi cuenta en Portugal en los años 90 también tuve que trabajar con muchos músicos, políticos y artistas. Y la verdad es que a muchos de ellos no los conocía antes.
Sólo al hablarlo con amigos te dabas cuenta de que tenías delante de la cámara a auténticas estrellas del país. Pero posiblemente aquello me ayudo porque no tenía la presión de estar con famosos.

Y, como decía antes, es muy importante la comunicación y la confianza entre el fotógrafo y a quien retratas. He trabajado con algunas “prima donnas” pero ahora mismo ya es muy poco habitual y, además, saben de sobra que conmigo no les servirá de nada tener cierto tipo de comportamientos.
¿Hay alguna sesion que, para bien o para mal, recuerdes especialmente?
Es complicado porque creo que me ha pasado absolutamente de todo en las sesiones. Eso sí, casi nunca para mal.
Uno de los últimos trabajos que hice como asistente fue para el calendario Pirelli de 1992. En teoría las fotos se iban a hacer en Corea del Sur pero por cuestiones políticas de última hora se decidió hacerlo en Sierra Nevada, en Granda. Por lo visto el escenario era similar y además decían que allí teníamos los míticos paisajes de Sergio Leone de los spaguetti western.

El caso es que fue un trabajo de cinco semanas para doce fotos. Realmente ese tipo de producciones no se dieron nunca más. Aunque las sesiones duraron entre dos y tres semanas todo el viaje se alargó hasta cinco porque fuimos en coche con todo el material.
Por lo visto teníamos una de las mejores maquilladoras del mundo y las modelos tenían que tener una pintura corporal diferente en cada foto. Pero no contaron con las altas temperaturas y el maquillaje se derretía en el set.

Además otra persona y yo tuvimos que hacer turnos para vigilar el material porque era imposible desmontar cada día todo el equipo. Y la verdad es que era duro con aquel clima.
También he volado en jets privados de algunos famosos, montado en prototipos de superdeportivos… Hay muchas historias, la verdad. Creo que debería escribir un libro.
Algunos siguen creyendo que en fotografía de moda y publicidad los profesionales trabajan con formato medio. ¿Qué resolución necesitas para tus producciones?
La verdad es que durante los primeros años las cámaras digitales profesionales intentaron igualar la calidad y el aspecto que ofrecía la película. Yo crecí con formato medio y cámaras de placas y la verdad es que durante los primeros años los equipos digitales no me atrajeron demasiado.
Al principio todo era muy lento, y las cámaras digitales incluso tenían un pequeño retraso entre que se apretaba el disparador y realmente hacía la foto.

Ese tiempo de respuesta hacía que fuera complicado usarlas para una sesión de retrato en la que hubiera algo de movimiento. También se perdía algo de la magia y de la profundidad. Pero las cosas empezaron a cambiar y en los últimos años estamos viviendo unos momentos muy interesantes y un cambio tecnológico espectacular.
De todos modos yo siempre soy de los que escogen la cámara adecuada para cada trabajo. El 70% de mis fotos son de moda y publicidad y a menudo muchas acaban en grandes vallas publicitarias, así que quiero tener la mayor resolución posible.

Por eso analizo antes de cada disparo cuanta resolución realmente necesito y también como ahorrar algo de espacio en el disco duro, porque es muy fácil acabar una sesión con más de 200 GB de imágenes si se te va la mano con el disparador.
¿Siempre RAW?
Cuando son fotos de familia, amigos o vacaciones suelo disparar en JPEG para dar un respiro al portátil y los discos duros. Además me encanta usar un perfil de blanco y negro que tengo ajustado a medida y que me permite previsualizar en pantalla el resultado final que quiero conseguir.

¿Cuál es el objetivo que nunca falta en tu bolsa?
Si sólo pudiera llevar uno sin duda me quedo con el Sony 24-70 mm f2.8 GM. Es un todo en uno extraordinario, nunca me ha fallado y ofrece una nitidez sensacional.

¿Cuánto tiempo llevas trabajando con Sony? ¿Qué equipos sueles usar habitualmente?
Llevo ya cuatro años usando equipos Sony. Empecé con la Sony A7R II. Notaba que todavía tenían margen de mejora para superar a sus competidoras, pero ya tenía claro que con los sensores que estaban utilizando y produciendo era sólo cuestión de tiempo que lo consiguieran. Y no me equivoqué.

Ahora mismo para trabajos en estudio y localizaciones uso la Sony A7R IV y sus extraordinarios 61 megapíxeles que me dan ese nivel de detalle y resolución en las imágenes que antes comentaba y que necesito para muchos de mis trabajos.
También llevo siempre mi fiel A7R III y no me olvido tampoco de la RX1R II, una compacta de formato completo que me encanta usar para documentar lo que ocurre a mi alrededor en el mismo set.

Respecto a las ópticas, además del citado 24-70 mm f2.8 GM también trabajo con el 70-200 mm f2.8 GM OSS, y el 50 mm f1.4 o el 85 mm f1.4. Estos dos últimos no suelo combinarlos en la misma sesión.
¿Cómo fue el paso de las réflex a las sin espejo?
Al principio el cambio fue como una mudanza, un divorcio o tener un hijo. A veces es difícil aceptar cambios en nuestra vida, en nuestra rutina. Hay una expresión inglesa que lo explica muy bien: «old habita die hard». Aunque pueda parecer algo muy lejano, para mi cambiar de réflex a sin espejo fue como el paso de película a digital.

Hubo cambios y novedades que ya conocíamos sobre el papel pero que al verlas realmente sorprendían para bien. Como el visor electrónico y la posibilidad de ver en directo todos los cambios previos, y así evitar sorpresas a la hora de pulsar el disparador. O ampliar una zona de la imagen para comprobar al momento si el foco era perfecto.
Pero creo que la verdadera revolución ha sido el Eye AF de Sony. En esto sí que están claramente por delante de toda la competencia. Incluso con la A7R III que ya tiene un tiempo gracias a esta función no pierdo ni un sólo disparo por problemas de enfoque.

Al principio incluso les mostraba a los clientes cómo funcionaba y la verdad es que se sorprendían de ver el sistema de seguimiento y la movilidad que eso me daba a la hora de afrontar la sesión o de, no sé, ponerme a correr junto a la modelo en la playa mientras iba disparando a 1/4000 y f2 y, boom, el foco estaba perfecto en el ojo.
Esta entrevista es parte de un acuerdo entre Photolari y Sony.