A poco que uno este verano haya estado por ahí seguro que se ha dado cuenta de un par de cosas. Lo primero, que calculadora en mano en España no debía de quedar absolutamente nadie porque todo el mundo estaba en Japón, Islandia o Ucrania.

En pocos años hemos cambiado los quince días en el pueblo de agosto por una escapada a Kioto, tuiteaba un amigo. Él no ha salido y estaba rabioso, claro. Pero tiene toda la razón.

Y la segunda, que lo de hacerse fotos en los sitios es mucho más complejo. No ya para no repetir la postal que todo el mundo hace. Eso se nos da genial. Sino porque ahora ya no sirve cualquier cosa. Queremos ser Dulceida en sitios, y eso requiere pose, estilo, una docena de intentos y bastante tiempo.

Lo curioso es que en realidad el sitio es lo de menos. Lo que importa son tus morritos de pitiminí jugando a ser influencers a los que han soltado 2000 euros por posar con ese bolso o esa camisa.

Si detrás está la torre de Pisa, el templo de turno de Indonesia, una playa paradisiaca en el Mediterráneo -cierra plano, que parezca que estamos solos- o niños pobres da igual. Eso es sólo el decorado, lo importante eres tú.

Así que algunas de los influencers más avispados, de los que mejor nota sacaron en el Máster de Instagramers, se han dado cuenta del drama que supone viajar, el low cost y que te hagan facturar la maleta cuando ya estás a punto de subir al avión y han optado por el atajo. Viajar es ya de pobres. Así que, ¿quién necesita ir a sitios si Photoshop puede hacer que los sitios vengan a ti?

Algo más viejo que el hilo negro, pero que sigue siendo la mar de útil para parecer cosmopolita y viajado pero sin horas en el aeropuerto rodeado de gente que igual no tiene ni 10k en Insta.

Es verdad que a veces te pillan y quedas como una palurda. Pero mientras la marca a la que estás engañando y la agencia que es tu cómplice no digan nada, pues a seguir jugando.

En realidad la historia tiene ya unos cuantos meses, pero sus enseñanzas perduran. ¿Qué el cielo no está a la altura de tu belleza en ese selfie idílico que te han hecho? Sí, porque a los auténticos influncerse los selfies de los hacen.

Pues se clonan unas nubes, se sustituye el cielo y listo. Es más, ¿por qué no convertir esas nubes en tu propia marca? Como todo el mundo sabe, no hay nada más aburrido que un cielo completamente azul así que se pegan siempre las mismas nubes y listo.

Si viajar es de pobres, volver al mismo sitio y madrugar para pillar buena luz, nubes o lo que haga falta es directamente de indigentes.

¿Cómo tener un accidente en moto y no aprovechar la jugada para vender algo en Instagram? Esta es, sin duda, una de nuestras historias de influencers favoritas del verano. Y no, no es que nos pasemos el día buscándolas, es que sois tan mala gente que nos las pasáis en cuanto veis alguna.

 

Total, que la muchacha supuestamente se cayó de la moto, supuestamente había un apuesto caballero para socorrerla y, casualmente, una botella de agua con marca bien visible, se coló en medio de las fotos del accidente.

Perfectamente iluminadas, retocadas y donde ella sale, supuestamente herida, pero ideal. Pero De la muerte no, porque no fue nada y se recuperó lo suficientemente rápido como para indignarse mucho con los que aseguraban que era un montaje. ¿Una Instagramer mintiendo en las fotos? Como sois.

Y así hemos pasado el verano. Viajando como pobres. Y con la sensación de que cada vez hay más influencer ahí fuera convencido de que somos idiotas.

12 COMENTARIOS

  1. Yo lamentablemente este verano he visto a varios. Fingen. Fingen para que las marcas les encuentren, se los crean y puedan seguir fingiendo pero cobrando. He visto fiestas superchulas de gente que no tiene ni Instagram (ni ninguna red social) y que disfrutan cada segundo, y luego a los Instagramers pasarse por su autobus camperizado con lucecitas a hacerse fotos, pero sin hablar con nadie.

    Es curioso como los reyes de la fiesta y los que más protagonismo tienen, son los que menos hacen caso a redes sociales y por supuesto, viceversa… gente con 100k seguidores que están solos en un rincón sin hablar con nadie. No porque no quieran, ojo, sino porque no tienen nada de que hablar excepto de ellos mismos y de su humo. Y eso aburre a cualquiera.

    También he visto varios de esos de «quiero hacer una colaboración con vuestra empresa» que en realidad significa «quiero contratar vuestros servicios pero gratis porque me creo famoso/a». La palabra «colaboración» está haciendo mucho daño.

    Vuestro artículo, por otro lado y aunque probablemente no sirva de nada, es astuto, atrevido y absolutamente maravilloso. Os adoramos por estas cosas! Por lo que hacéis, por vuestro «producto», no porque os hayáis teñido el pelo.

  2. Muy gracioso , pero ellos son los que facturan, mientras ustedes comentan desde la tribuna.

    A Turoljones le comento que la inmigración de muertos de hambre del reino de españa siguió hasta bien entrado el siglo XX. Que ahora te hagas el distraído, no cambia la historia Amiguete.

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.