La historia sucedió en 2019, y seguro que más de uno se sentirá identificado. Un mensaje apareció en mi bandeja de entrada: se requerían mis servicios para ser el fotógrafo de una marca cosmética que lanzaba un nuevo producto.

Hacia mucho que este tipo de clientes no se presentaban y, además, venían de parte de alguien a quien debía un favor, de modo que no pude decir que no. Tampoco lo habría dicho, aunque pudiera. Estando el mercado como está,rechazar un cliente es un lujo que los fotógrafos no nos podemos permitir.

La primera impresión no fue mala. El cliente me envió un planning detallado con todo lo que se haría el día D. De hecho, estaba tan detallado que daba un poco de miedo el pensar que ocurriría si cualquiera de esos elementos se alteraba, aunque fuera mínimamente.

A grandes rasgos el evento no variaba mucho de cualquier otro. Producto nuevo, un VIP que lo presenta, unas cuantas entrevistas con diversas televisiones, algunas fotos en un photocall, una rueda de prensa y un cocktail posterior.

Lo malo, claro, era el detalle. Fijar las entrevistas con minutos exactos era un problema porque las entrevistas siempre se alargan, el VIP siempre se retrasa y los fotocoles siempre empiezan tarde.

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El outfit perfecto para cubrir un evento con famosos (Foto y modelo: Eduardo Parra)

El día D llegué puntual a la cita. A las ocho y veinte estaba en el hotel fijado. Busqué a mi contacto y me presenté. Según el planning los siguientes 20 minutos debíamos inspeccionar el hotel para buscar la mejor ubicación para hacer las fotografías oficiales. Por supuesto no lo hicimos.

Sin luces

Cuando la gente de organización había llegado al hotel se dieron cuenta de que no tenían focos potentes para el photocall El hotel había dicho que “tenía luces”. Y en efecto las tenía: dos lámparas de mesilla.

Así que me pasé la primera media hora explicando por teléfono a un técnico lo que seria recomendable, buscando a alguien del hotel que me confirmase si los enchufes del sitio aguantarían la potencia de los focos y explicando a la gente de organización dónde se tenían que colocar los fotógrafos.

Descartado ya poder hacer las fotos oficiales yo solo antes del comienzo del evento, mi siguiente misión consistía en hacer un posado “exclusivo y muy importante” para una revista “de máximo nivel” que había pedido una foto “diferente y con calidad”. Máximo nivel y por lo visto sin dinero para contratar un fotógrafo propio.

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Sabotear las fotos de los compañeros, deporte olímpico ya

Pregunté donde la haríamos -os recuerdo que el primer punto del planning era localizar ese sitio para esa foto, pero que no lo hicimos- y me dijeron que en el photocall. Perfecto, el lugar perfecto para una foto “exclusiva”.

La foto exclusiva

Monto mis flashes  y me preparo. El fondo será una castaña, pero al menos tendrá una iluminación correcta. Una vez montadas las luces dicen que mejor en la habitación que tienen arriba.

Me jode haber montado todo, pero al menos en una habitación la foto quedará más pintona. Desmonto a las nueve y cuarto pasadas y me llevan a una habitación. Una extraña habitación de hotel sin cama, pero con bañera. Habían colocado otro photocall y un foco estándar, el conocido como butanito, para iluminar la zona. El gozo de una foto mas pintona, en un pozo.

La habitación empieza a llenarse de gente que no conozco y nadie me presenta. Tienen pinta de ser los que ponen la pasta. Llega un equipo de televisión y monta su set para grabar una entrevista. Mis fotos, me temo, tienen que esperar.

Aparece una señora que no es el VIP esperado y le hacen una entrevista. Se marcha y aparece un señor que no es el VIP esperado y le hacen otra entrevista. Son mas de las diez y yo no he hecho ni una foto.

Alguien de organización decide que en la habitación hay mucha gente y aquello agobia, así que mejor las fotos oficiales las hacemos abajo. Siempre a sus órdenes. Desmonto otra vez todos los flashes y los vuelvo a bajar al photocall. Los vuelvo a montar y procuro no romperme los dientes al apretar la mandíbula mientras trato de no asesinar a alguien.

La VIP

Empieza a llegar la prensa. Los gráficos toman posiciones. Hacer las fotos oficiales en el fotocol ya es imposible así que alguien decide a las once menos diez que hay que hacerlas en la habitación. Desmonta, sube, monta.

En el fragor de la batalla me he olvidado de un difusor y le pido a un compañero que me lo acerque. La gente de organización me insta a hacer las fotos sin el pero ahí está mi limite. Después del mareo que menos que esperar dos minutos a que me lo traigan.

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No, la de la historia no era ella ni era este evento.

Aparece el VIP, que resulta ser una actriz superfamosa que, casualidades de la vida, me conoce porque hace algún tiempo trabajamos juntos. Todo el mundo la mira como si se fuera a romper, pero cuando me ve me abraza, me da dos besos y me recibe como si hubiésemos tomado cañas la noche anterior. Noto que a la gente de organización les choca -casi les ofende- que el mugriento de la cámara y la actriz famosa compartan oxígeno.

Preparo las luces y hago un disparo de prueba. Empiezo a disparar, una, dos fotos, tercera que no salta el flash… cuarta… gracias, suficiente. Me echan de la habitación casi a empujones pidiéndome que baje al photocall porque el VIP ‘baja ya’.

Me medio mato por las escaleras mientras edito las fotos en el móvil. Por suerte las he dejado casi perfectas en cámara y el ajuste es mínimo. Las envió al correo que me han dado para que la autoridad competente las supervise y me de el ok para mandarlas a la revista. Como sea una autoridad que entienda de fotos va a flipar. Espero que al menos no pongan mi nombre debajo.

Logos y dominantes

Llego al dichoso photocall, ocupo el sitio que previamente había reservado -la organización no se había preocupado por ello, claro- y termino de mandar las fotos. El VIP baja ya, pero al final tarda casi veinte minutos.

Hago las fotos del photocall y algunas de ambiente mientras los fotógrafos fotografían. No me las han pedido, pero las van a pedir. Siempre las piden.

Pasamos a la presentación del evento y me dicen “que se vea la marca”. Os explico. En el centro del escenario había una pantalla enorme con una proyección, a los lados los logos de la marca.

Toda la presentación se produce en el centro, así que los logos no se ven, pero es que además los ponentes hablan delante de la pantalla, así que de cintura para arriba salen con letras en el cuerpo y sobreexpuestos, y de cintura para abajo quedan oscuros.

Para colmo el color corporativo es morado y toda la sala da dominantes. Una fiesta. Meto flash y trato de rellenar como puedo, rebotando en las paredes -el techo no, que es negro- e incluso en el suelo. La cosa se salva, pero no es un trabajo del que estar orgulloso.

Aprovecho el tiempo para hacer fotografías de la sala vestida con la marca y me presentan a una persona que resulta ser la autoridad que tiene que dar el visto bueno a mis fotos de antes. Pero me dice que está muy liada y que no las puede ver (lógico, se tardan seis horas en ver tres fotos), que las mande a otro correo. Lo hago mientras me muerdo la lengua

Empiezo a seleccionar las fotos que he hecho y las edito rápidamente en el móvil. Hay que mandarlas antes de que termine el evento, estas no necesitan supervisión, así que a mi criterio.

Cuando acaba la presentación me piden que haga un poco de ambiente y que fotografié a diversas personas elegantes que son los de la pasta. Los hago a todos y a algunos mas porque seguro que luego los que no son los de la pasta, pero si amigos de los de la pasta les dirán a los de la pasta que le digan a la organización que quieren una foto. Siempre lo hacen.

Las fotos exclusivas que corrían tanta prisa reciben el ok. A juzgar por la respuesta a mi correo ni las han visto. No es cosa mía, las envío a la revista y me olvido. Termino de editar la selección de fotos y la envió.

Cierro el chiringuito del hotel y me voy a casa, donde hago una selección más amplia del trabajo, edito mas fino en el ordenador y envió un buen puñado de fotos de toda clase y condición. Se envía el material por we-transfer y se da por concluido el tema. Spoiler: no.

Los RAW y los JPEG

Al día siguiente estoy con otro cliente. Me llega un correo donde me piden una foto del VIP con la mujer a la que le hicieron una entrevista. Les digo que esa foto no se hizo. Me mandan otro pidiendo una foto del VIP con el hombre al que le hicieron una entrevista. Les digo que esa foto no se hizo. Me piden que busque a ver, como si no supiera que fotos he hecho.

Estoy con otro cliente, pero las buscaré en cuanto pueda. Me llegan varios mensajes instándome a que mande las fotos que me han pedido, pero sigo con el otro cliente. El bombardeo es constante.

Cuando tengo ocasión reviso los brutos y como temía no existe la foto que piden y así se lo digo, les explico que solo hay una foto donde salen los tres juntos. ¡Mándala! Os la envié ayer con la selección de fotos. Si tuviera una pelota antiestrés ya la habría lanzado contra la tele.

Me piden que les mande todas las fotos que hice de forma urgentísima. Vale ok, me conozco el tema. Exporto todos los RAWs a JPG y se los mando. Después les mando también todos los RAWs. Es viernes y son capaces de fastidiarme el fin de semana porque quieren tal o cual foto en RAW para vete a saber qué. Es raro que lo pidan, pero yo no quiero que me fastidien mi sábado.

Les mando todo y un correo explicándoles claramente lo que hay, que los RAWs son solo por si los necesitan, que se descarguen los JPG.

Por supuesto no me contestan aunque las fotos corrían mucha prisa. El lunes por la mañana recibo un correo de WeTransfer: ‘el envío RAWs 1 ha sido descargado’. Si, se han descargado los RAWs. Llega la calma.

Una semana después WeTransfer me envía otro correo: ‘Su envió Fotos JPG URGENTES, aún no ha sido descargado’. Mejor me mato.

18 COMENTARIOS

  1. Entiendo que el soportar tanto mamoneo por parte de la organización, se debió al favor debido y que económica y profesionalmente compensaba. Es muy deprimente ver lo poco que se valora el trabajo de los fotógrafos en cualquier evento. Será porque hoy en día todo el mundo se cree fotógrafo. Todos conducimos, pero no somos pilotos.
    PD. El difusor de anillo “collapsible” para flash, da buen resultado, pero nunca lo he usado a modo de sombrero judío ultra ortodoxo.

  2. Si ese trato se lo hubieran dado a fotógrafos de la época del carrete, éstos se habrían marchado y los del photocall se hubieran quedado sin fotos. Ahora, con tal de sobrevivir, se acepta cualquier cosa, y si te vas, hago las fotos con el móvil y el «recuerdo» lo tengo en «imágenes» , no digo ninguna tontería, es la cruda realidad. Luego el tema de «mándame la foto» , los correos, «búscame la foto» etc, es tiempo que no se cobra y si lo ignoras, que sería lo suyo, quedas mal, con lo que ello conlleva. A pesar del lado hilarante del tema, luego está la triste realidad.

  3. El maldito problema es que hoy en día lo que más se valora es la reducción de costes. Importa una kk por no decir otra cosa el resultado y con la tecnología se consigue salvar la mediocridad que pueda tener el que apreta el botón o lo que sea. Vemos Ikea, la ropa, el software, todo

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