¿Cómo era fotografía a principios del siglos XX? Sebas Gallargo, fotógrafo y apasionado de la fotografía analógica, ha querido comprobarlo por sí mismo con una Kodak de hace casi 90 años. Tras adaptar la cámara lo ha conseguido y aunque ya ha contado la experiencia en su cuenta de Twitter, le hemos pedido que lo haga también en Photolari. Él mismo nos explica cómo fue el experimento.

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En mayo de 2009 adquirí una cámara de fotografías del año 1933, fabricada en Rochester (Nueva York). Es una Kodak Six 20 Target Haek-Eye y os quiero relatar mi experiencia desde que cayó en mis manos hasta hoy.

Para hacerla funcionar tuve que hacer algunos ajustes, de los más laboriosos fue la sustitución de los espejos y los cristales de los dos visores, los cuales estaban opacos.

Esta cámara es las denominadas de cajón y usa una película 620, imposible de conseguir 90 años después de su fabricación.

Me puse a investigar y logré averiguar que se podía adaptar en el eje o rodillo del carrete original una película de 120 (estos sí se pueden conseguir fácilmente y buen precio en cualquier tienda especializada).

Había que conseguir el eje o rodillo original y lo encontré, por internet en una tienda de Nueva Jersey.

El experto americano que me atendió, me aconsejó comprar una película ya adaptada que el prepara en el eje original y después de su uso conservar el rodillo para su posterior utilización con nuevos carretes de 120. Así ahorraría dinero.

Con la ayuda de tutoriales conseguí montar la película, que me envió el americano, en mi Kodak Six-20 y me la llevé a la calle.

Mi sueño era experimentar cómo se fotografiaba a principios del siglo XX y lo conseguí.

La mañana del 16 de agosto recogí los ocho negativos de 6×9, que me han revelado en mi laboratorio de confianza, tras escanearlos en casa la misma tarde, estas son algunas de las fotografías que realicé en Las Setas de la Encarnación de Sevilla.

Para saber más sobre Sebas Gallardo puedes visitar su cuenta de Instagram y Twitter.

12 COMENTARIOS

  1. El experto de New Jersey se hizo el día, cambiar de carrete de 120 a 620 es una tarea muy sencilla en cualquier cuarto oscuro. Hay que pasar la película para adelante y luego en reversa nuevamente.

    Una de las camaras más avanzadas en formato 620 es la Kodak reflex de la que fui propietario.

    Los resultados del cajoncito no me parecen gran cosa, tienen el.contraste y la nitidez de una Pinhole, definitivamente hay mejores cámaras de pre guerra, entre ellas las rolleiflex, rolleicord, super ikonta, ikoflex y la mayoria son 120 nativas y con control de enfoque preciso y diafragma y velocidad regulables.

  2. Tengo cámaras de antes, la más antigua de 1926, es una Kodak Brownie similar a esta, pero siempre compro que sean 120 mm para no tener estos problemas con las películas, 120 y 35 mm son los formatos que se consiguen, en general las cámaras cajón de Kodak son de muy baja resolución. No colecciono cámaras antiguas, debo tener en total unas 7, todas en perfecto funcionamiento y las limpié personalmente, aunque estaban impecables y si no, no tiene sentido volverse loco con un cacharro roto, se consiguen y hay muchas, la Kodak Fiesta de 1965 fue la última Kodak Brownie que se fabricó y la tengo, luego vinieron las Instamatic con cartucho. Hay cámaras cajón de altísima calidad. Los rollos los revelo personalmente y los escaneo, pero la calidad es muy baja. Ando buscando una muy buena la Agfa Tengor Box Zeiss Ikon – 1932, sería una de las mejores en el tipo cajón.

  3. Si en lugar de una Kodak de 620 te buscas una Agfa de 120, tienes exactamente la misma experiencia que antaño, porque no tienes que adaptar nada. Sencillo. Eso sí. Centro de la imagen más o menos nítido, periferia… pues no. Y como el muelle del obturador pierde tensión, la velocidad de obturación no pasará de 1/25 o 1/30 y tiene gran riesgo de trepidación.

  4. Si nunca has disparado cámaras antiguas y como curiosidad vale. El resultado se sabía de antemano, Ahora imagino que la colocará en una estantería, y allí pasará el resto de sus días. De vez en cuando será mostrada a algún amigo que preguntará que es “eso” aque está ahí en la estantería. Lo mismo que le ocurre a la Franka Rolfix de mil novecientos cincuenta y siete que heredé de mi padre, y con la que comencé en este apasionante mundo fotográfico. Ni por lo más remoto se me ocurre volver a utilizarla.

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