“Mae, puedes engañar al mundo, puedes engañar a tus amigos e incluso puedes engañarte a ti misma, pero no puedes engañarme mí”.
Es la frase que el personaje de Diane Arbus le dice a Mae West en la obra de teatro ‘Arbus & West’, basada en el guion del escritor Stephen Sewell, y que, seguramente, no se aleja mucho de lo que Arbus tenía en la cabeza en las dos sesiones fotográficas que le hizo a la legendaria actriz.
Lo cierto es que si Mae West hubiera sabido lo que Diane Arbus pensaba sobre fotografiar a famosos (le resultaba aburrido) o sobre hacer que la gente salga favorecida en las fotos (“las pocas veces que lo he intentado, la foto resultante ha sido horrible, muy mala”), jamás hubiese dejado que la célebre fotógrafa neoyorquina pusiera un pie en su mansión californiana. Pero, o bien no sabía quién era Arbus, o, aun sabiéndolo, desconocía por completo su trabajo. Y su fama.

El caso es que Arbus, la fotógrafa de los ‘frikis’ y ‘marginados’, como más de uno la calificaba con desdén (y no poca ligereza), tenía muy claro cómo quería retratar a la leyenda hollywoodense que, por aquel entonces, acababa de cumplir 71 años: tal y como era en realidad, sin artificios ni imposturas. Justo lo que West quería evitar a toda costa. La situación tenía todos los ingredientes para estallar por un lado o por otro.
Mae West no era, además, una personalidad cualquiera. La intérprete y guionista era tanto o más famosa por su lengua afilada y sus comentarios provocadoramente obscenos como por sus habilidades como actriz.
Autora de frases como “el buen sexo es como una buena partida de bridge; si no tienes una buena pareja, debes tener una buena mano” o “he estado encima de más rodillas que una servilleta”, West fue durante muchos años la bestia negra del puritanismo y la censura norteamericanas. No era de las que se mordía la lengua, más bien al contrario.
Así que Arbus no lo iba a tener fácil para “engañar” a la actriz y sacar a relucir a la persona que se escondía tras el exceso de maquillaje, el vestuario recargado y las poses forzadas. Pero lo consiguió, para disgusto de la diva.
Mae West se presentó ante la fotógrafa como la estrella que fue y creía seguir siendo.
Todo comenzó en el verano de 1964, cuando Diane Arbus viajó de Nueva York a Los Ángeles para fotografiar a Mae West por encargo de la revista Show.
No se sabe muy bien de dónde surgió la idea: si fue iniciativa de la propia West o de su agente, en el enésimo intento de relanzar su carrera, o si fue la propia revista la que propuso a la actriz hacer el reportaje.
West vivía entonces en Santa Mónica. Arbus hizo que un amigo la llevara en coche hasta su mansión y que la esperara hasta que hubiera acabado. Había acordado fotografiar a la estrella hollywoodiense durante dos días consecutivos.
Mae West se presentó ante la fotógrafa como la estrella que fue y creía seguir siendo. Era un papel que interpretaba las 24 horas del día y se cuidaba mucho de que nada pudiera romper esa imagen que tenía de sí misma y que tanto se empeñaba en seguir proyectando al mundo.
La fotógrafa también hizo varias fotos en color. Pero en ellas, Mae West tampoco aparece especialmente agraciada, al menos no como la estrella esperaba
Con el cabello rubio platino peinado en enormes bucles, ropa interior de encaje y sonrisa ensayada, su rostro y su cuerpo mostraban, a su pesar, los inevitables y lógicos signos de una persona de su edad.
Diane no solo no contribuyó a ocultar las huellas del tiempo, sino que incluso las acentuó con el uso de película en blanco y negro y la ayuda de la implacable luz del sur de California que entraba por la ventana.
La fotógrafa también hizo varias fotos en color. Pero en ellas, Mae West tampoco aparece especialmente agraciada, al menos no como la estrella esperaba. Tumbada sobre su enorme cama, la actriz posa vestida en seda rosa y sonriendo mientras juega con uno de los monos que tenía como mascota.
El primer día de trabajo con West dejó a Arbus exhausta… y divertida ante algunas de las extravagancias de su retratada. Y es que Diane descubrió asombrada uno de los secretos que la veterana estrella guardaba bajo llave en una de las habitaciones de la casa: una colección de penes en erección hechos de escayola, uno por cada amante que había tenido en el transcurso de su larga y agitada vida. Diane, que jamás ocultó su obsesión por el sexo, quedó fascinada por esta extravagancia.
El final de la sesión fotográfica del segundo y último día no fue menos agitado. Arbus salió huyendo de la casa de Mae West y saltó al coche del amigo que la esperaba fuera. “¡Corre, arranca!”, le dijo, mientras le enseñaba tres billetes de 100 dólares que llevaba en la mano.

“¡Me ha dado propina! ¡Cree que las fotos que le he hecho serán de lo más glamurosas!”. Pero no lo eran, nada más lejos de la realidad, y Diane lo sabía bien. En sus fotos, Mae West no es una actriz atractiva, glamurosa y seductora, al contrario; parece una más de los ‘frikis’ que fotografiaba Arbus.
La actriz, de hecho, se enfureció cuando las vio publicadas; esa no era la imagen que ella quería dar, eran, por así decirlo, “demasiado reales”. En ellas no se veía a una mujer seductora y elegante, sino a una mujer mayor intentando aferrarse desesperadamente al ‘sex symbol’ que una vez fue.
En la lucha entre Arbus y West fue la fotógrafa la que ganó. Hizo con la actriz lo mismo que hacía con el resto de personas: despojarlas de todo artificio para mostrar lo que había detrás de la máscara.
Lo que queda tras desembarazarte de todo aquello que no eres, es lo que eres, dijo Arbus una vez.Todos tenemos una identidad, no podemos evitarlo. Es lo que queda cuando te deshaces de todo lo demás.
Diane y su cámara lo consiguieron, una vez más, mostrar la esencia de la persona retratada, y lo hicieron, curiosamente, valiéndose de los esfuerzos de Mae West para conseguir todo lo contrario. Lo que quería ocultar es, precisamente, lo que se hizo más evidente a ojos de Arbus y de todos los que vieron las fotos.
La diva de Hollywood perdió la batalla. Y los 300 dólares de propina que le dio a la fotógrafa.
Leire Etxazarra es autora del muy recomendable blog de fotografía Cartier Bresson no es un reloj. Si no lo conocéis, ya estáis tardando.
Jaja como si fuera un merito dejar en evidencia la decadencia, demencia y el paso del tiempo.
Diana Arbus me parece un caso de esos sobrevalorados como pocos, definitivamente me quedo con Brassai o Willy Ronis por da un par de ejemplos de lo que si me gusta del retrato a personajes callejeros, y sin esa compulsión (que muchos confunden con un sello de autor) de Arbus de que sus retratados miraran a cámara de frente.
Leire te conocí gracias al podcast de Full Frame, y tengo que decir que me embrujaste en cada uno de los programas en los que participas, a raíz de eso, leo tu blog y me alegra que hagas colaboraciones con los yayos de Youtube. ¡Enhorabuena Leire! y muy bien Álvaro e Iker por rodearos de gente como Leire y otros colaboradores. Por cierto ¿qué paso con Jota Barros? Como tiene ahora sus cursos online se ha olvidado de los Yayos? ???? Deseando ver más vídeos como los de Jota (tanto el del café con… como los del viaje por Londres, Toni Soriano, Walter Astrada, David Airob, Rodrigo Rivas, Martí Sans… Que ganas de ver el vídeo que hayáis hecho con Fernando Marmolejo. Y los de Photolari viajeros, de hecho por vuestra culpa quiero conocer Valonia. ¡Maldito Feldespato! No todo va a ser Troles en las redes.????
Aristides francamente no me importa si fueron hombres o mujeres los que sacaron las fotos, lo que me importa son lo que transmiten esas fotos, y desconocía por completo que estos artículos intentaran visibilizar el trabajo de mujeres. En ese caso me gusta el trabajo de Vivian Maier y Dorothea Lange, pero considere que Brassai y Ronis eran mejores ejemplos de lo que Arbus ni por asomo logro con sus frikeadas.
El cualquier caso si Arbus le tomo el pelo a una ex actriz en decadencia y medio demente , no la pinta muy bien como ser humano ni como profesional, y no es un gran ejemplo para visibilizar a su genero en la materia, en todo caso al margen de lo que en realidad ocurrió o no, las fotos que le saco no me resultan atractivas y no cambian para nada la idea que ya tenia de Arbus.
Nos encantan las historias fantasiosas que confieren al protagonista un matiz casi épico a todo lo que hace. Esta fotógrafa tiene fotos icónicas, pero este reportaje que hizo a esta señora es malo de solemnidad, ni su presumible intención de hacer algo ajustado a la realidad lo mejora.
Quizá lo más destacable que debería enseñarnos está historia es precisamente eso, como la fama de algunos autores les lleva a generar contratos para hacer algo para lo que no valen, esa estúpida venda glamourosa que hace creer que una firma, convirte en oro todo lo que toca. Zapatero a tus zapatos.
Comparar a Willy Ronis o Brassaï (excelentes, sin duda) con Airbus, no es muy afortunado. Es como comparar a Velázquez con Monet. Hay que entender las diferencias.
Las fotos son geniales al igual que Diane. Algiuen sabe donde puedo encontrar mas fotos de esta sesion? Gracias!
Paco para empezar estas dando como ejemplo dos artistas que tienen una diferencia de nacimientos de 2 siglos y medio. Asi que ya de por si eso hecha por tierra cualquier clase de contestación adicional, Los fotografos que mencione son contemporaneos, aprende a elaborar un argumento y hablamos, de lo que es o no afortunado o de diferencias.
en fin, a otra cosa mariposa.
Paco para empezar estas dando como ejemplo dos artistas que tienen una diferencia de nacimientos de 2 siglos y medio. Asi que ya de por si eso hecha por tierra cualquier clase de contestación adicional, Los fotografos que mencione son contemporaneos, aprende a elaborar un argumento y hablamos, de lo que es o no afortunado o de diferencias.
en fin, a otra cosa mariposa.