Está considerado uno de los mejores cronistas de la España rural de la segunda mitad del siglo XX, y su obra deslumbró al mismísimo Cartier Bresson. Pero a pesar de ello, el vasto archivo fotográfico de Virxilio Vieitez sobrevive a duras penas en una buhardilla en la casa de su hija, Keta Vieitez, que pide ayuda a las administraciones para mantener el legado de su padre.

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Foto: Virxilio Vieitez

Tal y como se explica en un reportaje de El País, se calcula que hay unos 80.000 negativos guardados en decenas de cajas y latas, a los que hay que sumar numerosas copias en papel, documentos, cámaras y rollos de película sin cortar.

Keta hace todo lo posible por mantener el archivo de su padre en las mejores condiciones, incluso ha revelado y digitalizado ella misma parte del material, pero calcula que hay al menos 500 negativos que podrían perderse si no se actúa a tiempo.

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Foto: Virxilio Vieitez

Nacido en Soutelo de Montes, Pontevedra, en 1930, Virxilio Vieitez abandonó Galicia a los 18 años para trabajar como mecánico de teleféricos en Huesca. Huyendo del frío emigró poco después a Cataluña y acabó en la Costa Brava, donde tuvo su primer contacto con la fotografía. Allí aprendió a revelar y empezó a hacer fotos a los turistas que venía a disfrutar de las calas y playas de la zona.

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Foto: Virxilio Vieitez

Siete años después volvió al pueblo para atender a su madre enferma, y allí se quedó ya el resto de su vida trabajando como fotógrafo a tiempo completo. Empezó a recorrer con su cámara los pueblos y aldeas de la la Galicia más rural para hacer reportajes de prensa, cubrir bodas e incluso inmortalizar velatorios. Así mismo realizó centenares de fotografías para el documento nacional de identidad, que en aquella época empezaba a generalizarse.

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Foto: Virxilio Vieitez

Se dice que siempre trabajó por encargo. Una de sus fotos más famosas es la de una anciana posando en la puerta de su casa junto a un gran aparato de radio, que rodea con su brazo como si fuera una persona más. Dorotea, la mujer retratada, encargó la foto para mandársela a su hijo emigrado en Venezuela, que le había dicho que se comprara una radio con el dinero que le mandaba.

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Foto: Virxilio Vieitez

Cientos de historias como ésta constituyen el legado único de Vieitez, incansable cronista de una España que ya prácticamente no existe. Tras protagonizar exposiciones en Santiago de Compostela, Braga, Amsterdam o Madrid, donde Virxilio conoció a Cartier Bresson con el que mantuvo una estrecha amistad, la figura de Vieitez despertó un súbito interés.

Pero pasados los años y tras su muerte en 2008, parece que nadie va a hacerse cargo de su archivo y preservarlo como merece. El caso de Virxilio Vieitez da la razón a los que han reclamado con ahínco la creación de un Centro Nacional de Fotografía, que debería ser un realidad en los próximos años y servir precisamente para proteger y divulgar nuestro patrimonio fotográfico.

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