En el primer artículo de esta sección trataba de convencerte de que, en el fondo, tu cámara no es más que una caja, y en el segundo, como quien no quiere la cosa, empezaba a dejar caer que en realidad la cuestión es un poco más compleja. Aunque no tanto como puede parecer al ver nuestras máquinas llenas de botones, diales, mandos y pantallitas.
La intención de este curso es explicar los rudimentos de la técnica fotográfica empezando desde cero y con un lenguaje sencillo, aunque eso signifique recurrir a simplificaciones que despierten la furia de los puristas.
Dicho esto seguimos avanzando en el aprendizaje que nos ayudará a conseguir imágenes que sean el resultado de nuestras decisiones y no sólo de las de la cámara.
¿Qué hemos visto hasta ahora?
En anteriores entregas te contaba que cuando tu cámara hace una fotografía lo que en realidad está pasando es que cuando pulsas el botón deja entrar cierta cantidad de luz hacia su interior.
Ese paquete de luz que acaba alcanzando el sensor (o la superficie fotosensible que sea) tiene un tamaño que depende sólo de dos factores: la apertura del diafragma y el tiempo durante el que el obturador se mantiene abierto.
Una apertura y un tiempo grandes dan como resultado un gran cantidad de luz, una apertura y un tiempo pequeños se traducen en menos luz.
La pregunta es ¿cómo afecta esto a la apariencia de nuestras fotografías?
Imágenes subexpuestas, sobreexpuestas y bien expuestas
Aquí va otra simplificación: supongamos que hay una cantidad exacta de luz que origina una fotografía correcta en unas condiciones concretas. En realidad no es tan sencillo porque en la misma situación dos cámaras diferentes o dos fotógrafos diferentes pueden decidir que más o menos luz producen una fotografía más acertada.
Cuando al sensor (¿no tengo que poner eso de “o película” cada vez, verdad?) llega menos luz de la adecuada se produce una imagen subexpuesta. Se reconoce porque tiene un aspecto oscuro. En función del grado de subexposición en algunas zonas sombrías puede ser difícil (o directamente imposible) apreciar los detalles.

Si sucede todo lo contrario, es decir, cuando la cantidad de luz que alcanza el sensor es mayor de la necesaria, se obtiene una fotografía sobreexpuesta.

Resumiendo, en la primera imagen el sensor recibió menos luz de la que necesitaba, el resultado es una captura en la que resulta difícil saber qué hay en las zonas más oscuras y la luminosidad no se corresponde con la situación fotografiada.
En la segunda la cantidad de luz que pasó hacia el interior de la cámara era más de la necesaria, en ella lo complicado es apreciar detalles en las partes más iluminadasy las sombras son más claras de lo esperado. La luminosidad tampoco se corresponde con la realidad, pero en este caso por exceso.

Pero si, como consecuencia de las decisiones de la cámara o del fotógrafo, la cantidad de luz que alcanza en el sensor es la adecuada se obtiene una fotografía correctamente expuesta como la siguiente:
El ejemplo de la jarra y el vaso
Imagina, como haremos en otras partes de este curso, que hacer una fotografía es como llenar un vaso de agua. Un ejemplo que se usa siempre pero que resulta muy útil
Si empleas una jarra con una abertura que puedes modificar, para verter una determinada cantidad de agua en el recipiente necesitas un tiempo que depende del tamaño de ese orificio. Si el orificio por el que echas agua es pequeño necesitarás un tiempo determinado y relativamente grande:

Si aumentas el tamaño del agujero por el que sale el agua, llenar el mismo vaso lleva menos tiempo. Cuanto mayor es el orificio, menos tiempo necesitas.

Piensa en el vaso como si fuese el sensor de tu cámara, la abertura de la jarra es el diafragma y el tiempo durante el que vertemos el líquido es el tiempo de exposición.
Hacer una imagen correctamente expuesta significa que al sensor (vaso) llega exactamente la cantidad de agua (luz) necesaria. Es decir, que la combinación del tamaño de la abertura de la jarra y del tiempo durante el que cae agua es la adecuada para llenarlo por completo, ni más, ni menos:

En cambio, si el tiempo o el tamaño del orificio son insuficientes. O, mejor dicho, si la combinación de ambos origina que al vaso llegue menos agua de la necesaria para llenarlo, obtenemos una imagen subexpuesta

Si lo que pasa es todo lo contrario: que sigue cayendo más agua una vez que el vaso se ha llenado (la combinación entre tiempo y el tamaño de la abertura es incorrecta porque deja caer más agua de la necesaria) aquel se desborda y tenemos una imagen sobreexpuesta:
Resumiendo una vez más: suponiendo que para formar una imagen correctamente expuesta es necesario llenar el vaso por completo, la cantidad de agua que llega al vaso es consecuencia de la combinación del tamaño de la apertura y del tiempo que se inclina la jarra.
Si se vierte menos agua de la que cabe en su interior se obtiene una imagen subexpuesta, si se sigue echando agua más allá de su capacidad y esta se derrama el resultado es una imagen sobreexpuesta.
Sólo hay una combinación de apertura y tiempo de exposición que da lugar a una fotografía correctamente expuesta (partiendo de la hipótesis de que hay una cantidad de luz conveniente), pero podemos dejar que nuestra cámara la encuentre o podemos hacernos cargo de parte o de la totalidad de los cálculos.
Evaluando la exposición a través del histograma
No se trata de abrumar a estas alturas de curso con un concepto como el histograma, del que hablaremos extensamente más adelante, pero la verdad es que se trata de una herramienta muy útil para evaluar la exposición de nuestras fotografías.
De forma muy simplificada, el histograma es una representación gráfica de la luminosidad de una escena, indica qué tonos incluye una imagen y cuánta extensión ocupa cada uno. A efectos prácticos sirve para evaluar la exposición de una fotografía.
Seguro que lo habéis visto: es esa especie de perfil con forma de montañas que aparece al lado o sobreimpresa en las fotografías en la pantalla trasera de la cámara (a veces también en el visor) y en los programas de edición como Adobe Lightroom.
El caso es que como el histograma es una representación de la luminosidad de una imagen, su posición dentro del espacio rectangular en el que aparece depende de la exposición de la imagen a la que se refiere.
Si el histograma tiende hacia la izquierda significa que la imagen es poco luminosa. Esto puede deberse a que lo que hemos fotografiado sea en efecto oscuro o a un error en la exposición (si algo se ve oscuro cuando no debería quiere decir que la fotografía ha resultado subexpuesta, es decir, que el vaso ha quedado a medio llenar).
Si el histograma tiende hacia la derecha, justo al revés: quiere decir que la imagen es luminosa. Si lo que hemos fotografiado lo es también (por ejemplo un paisaje nevado), perfecto, si lo que hemos capturado con la cámara no es brillante entonces la imagen está sobreexpuesta (hemos desbordado el vaso).
En definitiva
En un mundo ideal la cámara siempre calcularía la cantidad adecuada de luz y por tanto los valores de apertura y tiempo adecuados, consiguiendo imágenes correctamente expuestas en cualquier situación.
Lo cierto es que, aunque cada vez lo hacen mejor, a veces esto no sucede y en determinadas circunstancias pueden confundirse o interpretar la escena de una manera distinta a la que nos gustaría. Por eso es tan importante entender cómo funciona el proceso y saber cómo podemos intervenir cuando el resultado no es el que esperábamos.
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Jota Barros es fotógrafo especializado en Fotografía de calle, autor del blog Rubixephoto.com y profesor de fotografía en cursos tanto dentro como fuera del país. Le apasiona fotografiar, disfrutar de los mejores libros de fotografía y, sobre todo, contagiar todo eso a través de sus cursos.
Todo eso está muy bien y es sobradamente conocido, pero ¿y si la imagen me gusta más subexpuesta, como en el caso del vagón?
Es a gusto del que hace la foto
Todo eso está muy bien y es sobradamente conocido, pero ¿y si la imagen me gusta más subexpuesta, como sucede en el caso del vagón?
Ya ya.. ya sabemos que cuando la luz entra bien la medición es fácil hacerla perfecta, la cuestión es que son muchas ocasiones donde toca subexponer o lo que hacen otros, cuando la luz no es perfecta no hacen la foto. La cuestión es saber como subexponer y cuando y luego como comentan por aquí, los gustos de autor, la subexposición es una técnica muy valida, muy utilizada desde hace muchas muchas décadas con resultados fantásticos.
Exactamente. Como en la foto del vagón, que queda mejor subexpuesta porque enfatiza mejor la mano, que es lo que me gusta de la foto.
El tema, como dice el autor, es saber cuánta agua hay que echar en el vaso. Ahora bien nosotros ya lo llenaremos con más o menos cantidad, depende de la sed que tengamos.
¿Para cuándo el tutorial de aguas sedosas?
A mi tambien me gusta mas la foto del tren teoricamente subexpuesta, es mucho mas bonita, ahora con las camaras actuales podemos ver todo incluso en la oscuridad casi completa, es una pena, me parece mucho mas sugestivo dejar zonas oscuras o poco iluminadas