Por Carlos M. del Río. Siempre he tenido la impresión de que a Leica le importan poco o nada no sólo las modas sino lo que el público en general piense de ellos. Leica no fabrica cámaras, fabrica objetos de deseo como bien sabe cualquiera que esté al tanto de sus productos y sus precios.
Por eso, en retrospectiva, no debería extrañarle a nadie lo que sucedió en 2013 cuando la casa alemana comenzó a hablar de una «mini M». Los rumores se dispararon tanto como la fantasía de los fanáticos de la marca.

¿Una verdadera M con un tamaño reducido? ¿Una cámara mirrorless compatible con objetivos M? Cuando la cámara fue por fin presentada con el nombre X Vario muchos no escondieron su decepción: una cámara compacta con sensor APS-C de 16 Megapixeles, sin visor y con un zoom poco luminoso (equivalente a 28-70 f/3.5-5.6) por un precio que rondaba los 2.500 euros.
La cámara recibió una enorme cantidad de críticas y la casa germana nunca desarrolló una sucesora.
Difícil de encontrar
Sin embargo siempre hubo algo en esa cámara que me llamó la atención. Tal vez era el recuerdo de la buena experiencia que tuve con su compacta de focal fija, la Leica X2.
O tal vez la posibilidad de usar una verdadera Leica -y no las Panasonic remarcadas de la serie D-Lux- por un precio que no me arruinase. O tal vez las alabanzas que la cámara recibía por parte de todos aquellos que tuvieron la posibilidad de usarla.

Cualquiera que fuese la razón, finalmente conseguí hacerme con una Vario por un precio aceptable. Tras una larga búsqueda, por cierto. Las X Vario no suelen salir a la venta en el mercado de segunda mano.
No quiero entrar en los detalles técnicos de la cámara, en su lugar hablaré de mi experiencia con ella. La cámara -y esto es subjetivo, por supuesto- es bonita, muy bonita.

Su diseño me recuerda más a las Leica M más que a sus hermanas de la serie X con objetivo de focal fija en vez de zoom. Esta línea clásica se rompe si se añade el visor EVF 2 que se puede conectar al puerto de flash y que, reconozcámoslo, es un horror.

Por eso suelo disparar desde la pantalla salvo que las condiciones ambientales me obliguen a usar el visor. Por cierto, tal y como pasa con el resto de las X, el carísimo visor de Leica se puede reemplazar por el Olympus VF-2. Sospecho que en este caso el visor de Leica es el propio Olympus remarcado y vendido a un precio superior. Ya se sabe, el poder del punto rojo.
Manejo muy mejorable
A pesar de carecer de empuñadura, es muy cómoda y equilibrada en la mano. Por otro lado, lo que tiene de cómoda a la hora de disparar lo tiene de incómoda a la hora de manejar los parámetros de disparo.
Sólo hay acceso directo a las opciones de sensibilidad. Para casi cualquier otro parámetro es necesario pulsar los botones al menos dos veces con lo cual procesos como cambiar el punto de enfoque o el tipo de medición de la exposición son cuando menos engorrosos.


Tanto la rueda de cambio de apertura como la de tiempo de exposición se encuentran en la zona superior de la cámara lo que obliga a soltar el objetivo a la hora de cambiar los parámetros. Además, como ya he comentado, el objetivo no es precisamente luminoso y sólo mantiene la máxima apertura en la sección inferior del rango focal; el estabilizador no va a ser tampoco de gran ayuda porque es digital en lugar de físico.
Visto el panorama, ¿quién querría gastar una buena cantidad de dinero en esta cámara? Ya hemos dicho que Leica no vende cámaras, sino algo más etéreo que no va a estar justificado por la relación calidad/precio…
La Monochrom de los pobres
Salvo que estemos hablando del Vario-Elmar que monta esta cámara, tal vez una de las mejores lentes jamás fabricadas por Leica.
Esta es probablemente la única cámara con la que podría publicar los archivos RAW sin necesidad de editarlos: el color, la nitidez de extremo a extremo incluso a máxima apertura y ese elusivo «efecto 3D» que sólo las cámaras alemanas pueden proporcionar hacen que cada foto sea una pequeña joya de matices y luminosidades.

Pero donde la Vario me gana es en el blanco y negro, incluso disparando directamente en JPEG. La gama de grises es sensacional y ha hecho que la Vario haya sido llamada en algunas ocasiones “la Monochrom de los pobres”. Aunque cuando hablamos de los precios de Leica eso de pobre es siempre muy relativo.


Cuando compré la X Vario tenía la intención de probarla y venderla tras un tiempo. Una ventaja de Leica es que sus cámaras mantienen un precio de reventa superior al de otras marcas.
A día de hoy no sólo no la he vendido sino que probablemente la he usado más que cualquier otra de las cámaras digitales o de película que tengo. El patito feo de Leica se ha convertido en el cisne de mi colección.
Carlos M. del Río es geólogo y apasionado de la fotografía. Sus aficiones incluyen probar esas cámaras de las que ya nadie se acuerda y hablar sobre ellas. Cuando tiene tiempo también hace fotos y las comparte en carlosdelriophoto.com
muy buena foto, pero con la nikon d7500 la cual poseo, creo que también podrían sacarse esas fotos, eso si con los objetivos adecuados
Y con la Ricoh GR III, y más cómodamente.
jaja, te veo grizándote y abandonando la smartphotography. He leido algunas cosas por ahí que contaban de implementar IA computacional en cámaras de sensor gordo al hilo de la nueva sony.
…pues creo que con la Olympus Pen F o con una Fuji X-Pro, a esa no se la hecha de menos…
¿Y eso por qué?
La linea X siempre fue vista de menos salvo un par de modelos pero lo bueno es que son Leicas originales y no panaleicas. Las X tienen sucesor y es la actual linea CL.
No comparto la afirmación que se hace en el primer párrafo… Esa afirmación puede aplicarse sí a las M de leica, pero las apsc como la cl y la tl2 y su gama de lentes está muy bien. Y viendo los precios de canon y Sony quién podría decir que la sl2 es sólo para algunos? Las M son otra cosa, sí, son objetos de deseo, sí, son extremadamente costosas, pero todos quieren una al fin de cuentas… Y cuando las tienen, no las quieren soltar…
Cualquier cámara es más satisfactoria que fotografiar con un móvil, y lo sabes Mario.
Yo solo hago fotografía cuando salgo expresamente a ello. Y con el móvil, aunque lo llevo encima, no hago casi nunca.