
Si sus imágenes siempre tienen un punto de acidez y crítica social vestido de humor, parece que sus declaraciones tampoco se libran de la polémica. Autor de fotos que él mismo define como «entretenidas, accesibles y surrealistas», en una reciente entrevista publicada por la revista Papel de El Mundo repartía una besan ración autocrítica hacia la profesión en general y los fotógrafos de guerra en particular.
Y es que, aunque no duda en asumir la hipocresía que contienen muchas de sus instantáneas y acepta las críticas -«la mayoría de mi trabajo es un montón de mierda, pero sólo enseño lo bueno», apunta- no ha dudado en atacar con dureza lo que él denomina «el esnobismo del periodista activista».
«Hay una gran hipocresía en la fotografía humanitaria. Van a la guerra, a las zonas con hambruna, hacen sus fotos y sus retratados nunca las ven. Su elemento de explotación está clarísimo, igual o mayor que el mío. Pero camuflan su hipocresía bajo el argumento humanista del periodismo activista», relata en esta interesante entrevista.
Unas palabras que cobran especial relevancia teniendo en cuenta que no sólo vienen de un fotógrafo de la mítica agencia Magnum, sino que hasta hace unos meses y durante los últimos años ha sido su presidente.
Algo que para él no parece plantear ninguna contradicción. De hecho, el dardo también a su propia agencia: «Yo lo he visto mucho en Magnum: el subidón que sienten muchos compañeros al viajar a estos lugares desgraciados», explica.
¿Y esa idea de que retratar el horro y la guerra para darlo a conocer es una manera de intentar cambiar las cosas? Tampoco Parr tiene piedad con eso. «Las nuevas clases medias y el impacto de su estilo de vida sobre el medio ambiente van a hacer más daño incluso que la guerra y el hambre», argumenta.
Sin duda unas declaraciones que darán mucho que hablar -seguramente también entre los propios compañeros de Parr en Magnum- y que rescatan uno de los debates más recurrentes dentro de la fotografía de conflictos.
Interesante punto de vista. Todo es replanteable y abordable desde otras perspectivas.
Parr toca de manera muy legítima y racional un punto eternamente sensible y, por norma, «inabordable». Le caerán encima con rabia, pero sabrá defenderse. Estoy con él. Al amparo del «sagrado derecho a informar» se profana y se seguirá profanando el «derecho a la intimidad» del ser humano, el «derecho a la propia imagen». Es la prepotencia de los medios de comunicación justificada por esa misión divina que se han arrogado, la de contar a su manera al resto de los mortales las cosas que ocurren. Me quedo con la actitud de Robert Dooisneau: le preguntaba un periodista como había reaccionado al ver que un automóvil había atropellado y matado al perro de un pastor trashumante al que él acompañaba realizando un reportaje, «debió sacar unas imágenes intensas del dolor del pastor», adelantó el periodista, a lo que Doineau respondió «»no, dejé la cámara e intenté consolarle».
Martin Parr tira con bala, y con razón. Conozco a Martin Parr, es cáustico, autocrático y sincero.
Ahí está es la cuestión, en lo de fotografiar a alguien cercano en un momento de pena o sufrimiento. ¿Quién es capaz de hacerlo? Como dice Parr, los fotógrafos de guerra hacen “sus” fotos, fotos que los protagonistas nunca verán, y se van. Un saludo.
Decía un fotógrafo indú sobre la fotografía de guerra «si haces una foto de un hombre muerto, ¿a quíen pertenece el dinero de esa fotografía, a tí o a su viuda?» No discuto que hay profesionales que han desarrollado la labor de informar y denunciar las tropelías e injusticias de la guerra o cualquier otra clase de conflicto desde el plano de la honestidad, de hecho, la mayoría que se dedicó sólo a eso, pagó un alto precio, su vida. Sin embargo estoy de acuerdo con Parr que hoy en día hay una parte de individuos que van a estos conflictos sólo por notoriedad y como si de turismo de riesgo se tratara, estar lo justo para poder vacilar de fotos de guerra. Es triste, pero quizá Parr, ya viejo zorro, es consciente que este tipo de fotoperiodismo agoniza, cada vez interesa a menos a los medios en general y a al público en particular, por eso dice lo que dice tan abiertamente y sin tapujos. Aquellos buenos viejos tiempos en donde una fotografía realizada, allá en los 70´s, en la guerra de Vietnam podía incluso, por su poder mediático, cambiar en cierta medida el curso de la guerra se fueron y no volverán jamás.
Abundando sobre este tema, os remito a un post subido a mi blog «el punto amarillo» hace ya unos años:
http://www.elpuntoamarillo.blogspot.com.es/2012/01/la-fina-línea-roja.html
Pues se apunta tarde Parr a unos argumentos que ya tienen una década y se han debatido largo y tendido desde hace años sin que el soltara una palabra.. lo que viene siendo lo mismo: No te enteras de nada chico, como te lleva pasando toda la vida.
jo, es verdad, Parr no se entera de nada y tu sí. Déja por aquí tu correo que te hacen presi de Magnum.
Si, cierto.. llegó a presidente de Magnum, lo curioso es que su entrada en Magnum fue un despropósito que quebró la organización y que generó un debate áspero y desagradable (lo contó el mismo), algunos se marcharon con el tiempo y muchos dicen que ya Magnum nunca fue lo mismo, aquel es hoy Presi.
En cualquier caso, es verdad que el debate es muy viejo, está en todos los foros de fotografía desde hace ya años, mándale a el los enlaces y que actualice el programa 😀 ya que es el presidente, que se actualice.
Magnum llevaba anclada años, entre el mismo Parr, Soth, Majoli, la posible entrada de Midel y alguno más, son los que están dando nuevos aires al colectivo que llevaba años estancada.
creo que siempre que se respete al fotografiado, las fotografía de guerra es légitima y por supuesto que el reportero se enrquezca con su trabajo.
para mi la hipocresía radica en criticar estos trabajos y luego pedir una información fiderigna de la sociedad. No se ha de ignorar a una parte de la población, por el simple hecho de que como son pobres o sufren penurias retratarlos es poco ético.
A Sebastaio Salgado se le acuso de lucrarse de las desgracias agenas, pues bien para mi lo que estos reporteros hacen es periodisdo, no podemos poner el grito en el cielo cuando una revista cobra a los fotógrafos o tiene contratos precarios y luego argumentar que el beneficio económico vaya para el retratado, por muy mal que viva.
La elección como presidente de Magnum de un sarcástico que ponía en cuestión el principio de realidad en fotografía ya supuso en su día el reconocimiento de la endofobia que aqueja al Stablishment Fotoperiodístico, al que ya no le queda sino reconocer su propia obsolescencia: su propia decadencia en una época, la postmodernidad, donde la forma de aprehender la realidad ya no es la Verdad sino la ironía.
Martín Parr es el enésimo signo de los tiempos que anuncian los estertores de muerte y la lenta agonía de un gremio que ya ha sido amortizado por la revolución digital. Ahora son las víctimas las que se visibilizan a sí mismas, las que narran en primera persona su propia miseria en la red. Ya no se necesitan intermediarios, ya no se necesitan vicarios que nos pongan en contacto con una realidad trascedente que antes, sin la intercesión de ese vínculo con la Santidad que es el fotoperiodista, permanecía oculta.
La transvaloración de todos los valores llega a la Postfotografía: la Realidad, degradada al nivel de la ficción, está más allá del bien y del mal. El Juicio Moral al que apelaba la fotografía ha sido superado: en la Iconosfera la reflexión ha sido sustituida por la deglución: ya sólo queda lugar para el eructo o la mueca sarcástica.
No me gusta la fotografía de Martin Parr. Tiene razón en lo que dice. Cuando el entró en Magnum había cierto compromiso ético, no siempre no de todos, por eso su entrada en Magnum fue tan polémica. Hoy en día no hay ese compromiso, no siempre no de todos, pero sí, cada vez el tema es mas cínico
Verás qué risas cuando el astronauta se pase por aquí a denunciar tu retraso 😀
Sigue…
Os enlazo un reportaje relacionado con el tema: http://rtve.es/v/4537638
Panegírico autorreferencial de un gremio moribundo que ni siquiera llega a estremecer la fibra sensible más de quince segundos seguidos. El ritmo impone secuencias más cortas entre plano y plano: ya no es posible mantener la atención tanto tiempo.
El escepticismo del auditorio sobre las imágenes que se le muestran es ya insuperable; el exceso de imágenes truculentas es directamente proporcional a la incredulidad que generan. La noción de autor-genio individual ha colapsado: se impone la autoría anónima colectiva en Red. La epicidad del fotorreportero es anacrónica y de imposible recuperación.
El mal está hecho y no es posible redimirse de él: la fotografía siempre miente. Siempre !
Por eso pusieron a Parr de Presidente: para proporcionar al negocio de la mitificación del operario (la inmortalidad) un último aliento irónico sobre su propio futuro: la inmortalidad, ese estado de un difunto que aún no se ha enterado que ha muerto.
Hola amiguitos photolarianos! Hemos tenido que borrar algunos de los comentarios del artículo porque, aunque no nos gusta nada y nos da una pereza tremenda entrar a moderar, no podemos entender que una discusión sobre Parr y el fotoperiodismo acabe con insultos y ataques personales.
De verdad si tenéis un poco de aprecio a este proyecto echadnos una mano en los comentarios. No tenemos ni tiempo ni ganas de andar aprobando comentarios, baneando usuarios y demás. Esto no es aquel mítico foto de Quesabesde ni tenemos ninguna intención de que lo sea.
Gracias por adelantado por ayudarnos con esto!
Me parece estupendo el intentar que esto no se convierta en el desmadre de Quesabesde, para lo cual deberíais empezar por intentar filtrar la aparición de “personajes” que solo están “pa’molestar”. A estas alturas me parece que ya tendríais que saber quienes son, (en realidad quien es), porque son todos el mismo, “el astronauta”. Un saludo.
Mira Tolix no se cual es tu juego, ni me interesa… solo me interesa saber quien hay detrás del que escribe con ese nombre y lo que lo mueve y eso en estos tiempos es tan fácil que no pasará mucho tiempo hasta que lo sepa si se da el caso.
No se si tu y tu amiguito sois paseantes de la mano, pero como no solo deja el (o tu) rastros por aquí .. tiempo habrá para que tras la cobardía de ese (esos) nick sigas difamando gratuitamente.
El motivo por el que hay insultos y ataques personales en los comentarios es, precisamente, por la tremenda pereza que os da moderar. Independientemente de que no llegueis a entender el motivo por el cual una discusión sobre Parr y el fotoperiodismo acabe así, la persistente realidad indica que cualquier foro o lugar donde la gente libremente escriba en la red necesita moderación.
El resultado de no tener ni tiempo ni ganas de ocuparos de una tarea que reclama vuestra atención es ese. Uno de ellos. Porque hay más. Como que gente que en principio estuviera dispuesta a comentar algo desista de la idea con la sola lectura de otros hilos donde hay comentarios racistas y xenófobos, insultos, y un carro de prepotencia que amilana a mucha gente que no está dispuesta a recibir un rapapolvo simplemente por hacer un comentario inociente.
jajaja «comentario inociente» dice el director espiritual del blog. En internet no hay comentarios inocentes, Internet se diseñó para el debate y la confrontación. Al que le de miedo que apague el router.
No, el motivo de que haya insultos no es que nosotros no moderemos -esto no es una puñetera guardería-, el motivo son enfrentamientos absurdos entre 3 o 4 personas que enralecen el ambiente general. Bastante tenemos con intentar limpiar de basura racista o machista cuando se nos cuela, como para lidia en batallas personales que, por lo visto, se arrastran desde Quesabesde y, sinceramente, no tenemos ningún interés en mantener. ¿Queréis moderación? De acuerdo, el próximo artículo en el que todo acabe en una discusión con insultos personales entre esas personas, IP baneada y a buscar otro sitios donde tirarse de los pelos. Saludos.
Mu bien dicho, poniendo los cojones encima de la mesa 😀
Esa agresividad y mala leche presente siempre en las áreas de comentarios de las redes sociales, comun a todas la materias, deportes, arte, politica, etc., en este caso se aplica a la necesidad de imponer teorías absolutas sobre un medio de expresión tan amplio, difundido y democratico como es la fotografía.
Martín Parr está dando mucho juego, si se enterara se estaria menado de risa.
Y con referencia a ciertos comentarios publicados:
– «El excepticismo del auditorio sobre las imagenes que se muestran» es multiple y variado y de intensidades muy distintas; no intentemos imponerlo como algo general. Cierto que no se interpretan ahora las imagenes fotográficas de la misma manera que se interpretaban hasta hace pocos años, pero su influencia y trascendencia sigue y seguirá siendo indiscutible.
– No hay ningún «gremio moribundo», hay gremios profesionales en evolucion y transformación que, a traves de diferentes y múltiples vías de salida, siguen transmitiendo y comunicando. Y claro que hay un «auditorio» que les sigue! Y más que nunca!
– Por supuesto que «la fotografía miente»! Y menos mal que es así. La fotografía es mucho más que simple periodismo, donde sí debe existir fidelidad a «lo que ocurre»… fidelidad que aún así será interpretada siempre de manera subjetiva, tanto por quien la «relata» como por quien la «lée».
Somos seres humanos, no máquinas. Y el fotografo «no periodista» no es un Notario que reproduce fielmente lo que ve. Detrás de la cámara hay un ser pensante, con una intención determinada que le lleva a interpretar, a inventar y crear, siempre, claro, a partir de la realidad. Pero la realidad es solo la materia prima, insustituible. Y en su utilización, y pienso que no escandalizaré si digo manipulación, no hay ni debe haber límites ni reglas. ¿No manipulaba Chillida el hierro, García Marquez la realidad cotidiana, Miró los colores? ¿Quien ha dicho que la fotografía esté condenada a reproducir la realidad de manera fiel?
Como decía el filósofo griego «todo fluye, nada está quieto, cómo el agua del rio». La fotografía en estos ultimos años ha sufrido una evolución impresionante, redes sociales, tecnología, globalización… No es cómo era, pero es cómo es, y en constante mutación seguirá estando presente e influyendo en nuestras vidas más que nunca, desde la imparable y anárquica produccion de millones de francotiradores a la más concienzuda y elaborada de profesionales y artistas.
Nos encanta encorsetar y limitar, dictar sentencias de cadena perpetua, elaborar argumentos demoledores, despreciar, sentirnos inapelables jueces sentaditos ante la pantalla de nuestro ordenador, hacernos notar, para luego poder irnos a dormir, ya algo mas relajados, en paz con lo que realmente nos jode, que es nuestra propia insignificancia.
La discrepancia es sana, los comentarios también… mal acostumbrados hemos pasado tantos años a que no se pueda opinar sobre todo aquello que se encontraban parapetados bajo la rigidez de unos medios sin posibilidad de discrepancia pública. Pero bueno… esta claro que algunos desearían que internet se apagara y todo fuera como antes.
Tan libre eres tu para opinar sobre las opiniones de los demás… como tu para prejuzgar los comentarios que se hacen, con ese argumento tu mismo caes en una contradicción.
Creo que he dejado bien claro que me refiero a la agres¡vidad desproporcionada, a las descalificaciones burdas, al trato despectivo y ninguneante… jamás a los cambios de impresion, tengan la intensidad que tenga. Y me refería en general a lo que está ocurriendo en las redes hoy en dia, donde se dispara a matar sin el menor rubor.
De todos modos mi intervención tocaba esto de pasada, su contendio real era otro.
El problema de las redes esta en su moderación, la gente hace lo que le dejan hacer… si no existe control, no hay ley. Pero la ley existe ya conocemos muchos casos de denuncias por comentarios o acoso en internet.. pero todavía indudablemente queda mucho que hacer y nos toca a todos ponerlo en práctica.
No me estoy refiriendo a delitos (acoso, amenazas graves, etc) sino a respeto y consideración al intercomunicarse. El insulto y el desprecio no son perseguibles legalmente, y sabes que se utilizan impunemente amparandose en el anonimato o en la distancia. Personalmente pienso que no debería haber moderador, al fin y al cabo lo que se dice queda escrito y retrata a quien lo dice. Es lo que hay, y deberemos ir acostumbrandonos.
El insulto es un delito, lógicamente las faltas de respeto y la falta de consideración son términos muy subjetivos difíciles de defender ante la ley.
Los moderadores son necesarios cuando la responsabilidad de lo vertido en un lugar resulta que es penable para el gestor del mismo.. es decir: Siempre. Es por eso que lo que hace años empezó a verse… los moderadores, son hoy una herramienta obligada en casi todos los lugares en internet donde se vierten comentarios, no se si quedan muchos lugares sin moderar en internet, creo que solo las redes sociales, donde los conflictos se resuelven de otra manera, normalmente en los juzgados.
Bueno, bueno, que exista el “el esnobismo del periodista activista”, no quiere decir que ir a cubrir un conflicto sea un «pecado mortal», aunque a veces lo de «mortal» se cumple con mayor frecuencia de lo deseada.
Si no hubiera reporteros que fueran nuestros ojos y nuestros oídos en los conflictos, ya sí que este mundo sería una mierda, pues no solo no seríamos unos seres insensibles, sino que además seríamos unos ingenuos, unos verdaderos animales.
De acuerdo en que hay freelancer con la motivación romántica y esnob, pero eso no empaña la labor de muchos otros que cumplen un trabajo y a su vez son nuestros ojos y nuestros oídos.
El problema es que los freelancer de conflicto han quedado como apestados, pues nadie los manda allí y nadie los quiere allí, además si cobran algo es una miseria, por lo que desde nuestro punto de vista no entendemos qué hacen allí. Antes te mandaba una Agencia, una revista, un periódico y todo era estupendo. Había un cometido, una retribución y un fin. Ahora son unos romáticos y esnob, porque su trabajo no interesa a nadie. Queda claro que los enfermos y esnob somos nosotros.
No seré yo quien los juzgue.
Pues yo denuncio que todo el mundo denuncia. En la era digital este mundillo resulta cada día más irritante.
En la red hay mucho flanders vapuleado y humillado por individuos con mejor perfil dialéctico al que, como único recurso, sólo le queda amenazar con una denuncia que nunca se materializa. A los débiles que no saben defenderse a sí mismos sólo les queda recurrir a la Autoridad de terceros para hacerse respetar.
A este paso la red se va a convertir en un pensionado de Señoritas 😀
@Iker…no estoy yo tan seguro que esto no sea una guardería…
Mucho «valiente de plasma» ronda por aquí y mucho «macho alfa» cacarea aquí lo que no le dejarán en su corral.
Le cambiamos el nombre a la página, qué os parece «forocámaras»? O mejor aún, «forofotos»?
Dicho esto y fin del off topic, me remito a la pregunta inicial.
La reflexión de Parr, por muy saludable que sea, no deja de ser el gran «tema» de siempre, los fotoperiodistas son los buitres del horror? El fotoperiodista come de la desgarcia ajena? Pues visto así, la verdad es que sí. Desde Capa, Taro y sus maestros probablemente.
pero hagámonos más preguntas:
¿Esto es motivo suficiente para prescindir de él?
¿Estaríemos mejor sin ver una imágen del horror? (que no dejaría de existir por mucho que nos carguemos a los fotógrafos…)
Ya nadie se acuerda de Aylan. No recuerdo el fotógrafo. No sé si es un buen profesional o un buitre, o un mal marido y peor amante. Ni me interesa.
La foto cumplió, no para arreglar el problema, qué más hubieramos querido algunos! Pero ninguna foto es suficientemente poderosa para solucionar problemas tan gordos. Removió algunas conciencias, he hizo replantear políticas a más de un país y activó las ayudas a ONG’s de la zona. El cadaver de un niño fotografiado y difundido a las horas de comer en occidente, salvó vidas. Sin duda.
Estuve en Albania cuando lo de Kosovo, en Palestina en la Segunda Intifada, entrevistando a refugiados en el Kurdistán y en la guerra de Iraq. En total, apenas dos meses de miedo pero quiero decir varias cosas:
-primero: nadie se ha hecho rico fotografiando guerras. Han podido vivir de ello. James Nachtwey, uno de los mejores, creo que no tiene precisamente un Ferrari aparcado en su garage. Curiosamente nadie critica a Annie Leibowitz por, ésta sí, hacerse millonaria (hacer fotos a famosos es súperetico pero no documentar la guerra)
-segundo: sabiendo que no te haces millonario, ¿alguien se ha planteado por qué algunos siguen haciendo fotografía de guerra? Claro que hay un «subidón» de adrenalina. Igual que lo tienen los retratistas que, de repente, les han encargado hacer retratos de Mick Jaegger, y se les han puesto los nervios a cien; o los paisajistas a los que les han encargado unas tomas del Serenguetti.
-y tercero: yo, y la mayoría, fui allí no para cambiar la vida de quienes conocí, no para que el mundo abriera los ojos gracias a mis imágenes y parara una guerra o una injusticia. Eso es de ilusos. La fotografía es un modo de dejar constancia del mundo que vivimos y, si no tomamos imágenes de las guerras, de los pobres, de los violentados… en unos años no habrá constancia de que aquello ha ocurrido. Caerá en el olvido. ¿De verdad alguien cree que sería mejor que no se hubieran fotografiado los campos de concentración nazis? Si no existieran imágenes de ello, se lo pondríamos muy fácil a los negacionistas.
Animo a todo aquel escéptico de los fotógrafos de guerra que, en lugar de irse a tostarse a Matalascañas, se compren un billete para Gaziantep, en Turquía, crucen la frontera siria ilegalmente y tomen imágenes de lo que vean. A la vuelta nos contáis lo millonarios que os habéis hecho, lo guay que es ver lo que habéis visto y lo chuli que es la barbarie. Comprobaréis cómo las víctimas siempre quieren contar su historia y anhelan que quede constancia de lo que les ha ocurrido. Preguntad a las víctimas si quieren que quede constancia de que su hijo fue fusilado, de que su casa fue borrada del mapa, de que su hermana fue violada y su padre mutilado; o bien le decís que no tomáis nota fotográfica de todo ello para que Martin Parr se quede tranquilo.