Por David Fajula. A finales del siglo XX apareció una corriente dentro de la fotografía de naturaleza -especialmente en la fotografía de fauna- que reducía el protagonismo del sujeto buscando una mayor sensación de lugar, de contexto.

En inglés se llamo “small in the frame” (pequeño dentro del encuadre), en español, quizá la traducción correcta sería “sujeto y entorno”. Esta nueva escuela abrazo a grandes fotógrafos, algunos de ellos aún hoy en activo. Michio Hoshino y Hannu Hautala fueron dos de los pioneros, aunque lo cierto es que son poco conocidos para el gran público. Vamos a ver si conseguimos solucionarlo.

Un japonés en el Ártico

Hablar de fotografía en Alaska es hablar de fotografía de naturaleza. Y hablar de fotografía de naturaleza en Alaska es hacerlo de Michio Hoshino (Ichikawa, Japón 1952 – Kamchatka, Rusia 1996).

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Foto Michio Hoshino

El ídilio de este introvertido japonés con Alaska empezó un día de otoño de 1972 cuando, hojeando libros de segunda mano en un mercado del distrito de Kanda (Tokio), cayó en sus manos Alaska, publicado tres años antes por National Geographic. Las imágenes de George F. Mobley le cautivaron, especialmente una de la comunidad Inupiaq de Shishmaref. Un grano de arena en el Mar de Bering.

Michio centró sus esfuerzos en visitar La Última Frontera y ese mismo otoño empezó los contactos enviando cartas. Solo había un pequeño problema, ¿a quién enviarlas?. El sentido común le dijo que lo mejor sería escribir directamente al alcalde, así que los sobres que salían de Japón llevaban escrita una dirección peculiar: Mayor, Shismaref, Alaska, USA.

Como era de esperar, la mayoría de esas cartas volvieron al remitente. Junto a ellas, también lo hizo una respuesta que le invitaba a pasar tres meses con una familia inuit el verano de 1973. Su vínculo con Alaska había germinado.

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Foto Michio Hoshino

Se graduó en económicas por la Universidad de Keyo mientras trabajaba como asistente para Koyo Tanaka. En 1978 paso un tiempo en Seattle en un programa para aprender inglés y aprovecho para fotografiar el Parque Nacional de Olympic.

Meses más tarde se mudaría a Fairbanks donde estudiaría biología en la universidad. Es precisamente allí, en la ciudad más importante del interior de Alaska desde donde Hoshino quería «dibujar un mapa de Alaska com mis propias experiencias».

El resto fue historia. Casi veinte años documentando la fauna y flora de Alaska, especialmente de forma conjunta. Decenas de libros en varios idiomas son el testimonio gráfico de su amor por el Estado más grande de los Estados Unidos.

Un fatídico 8 de agosto de 1996, en uno de sus viajes, murió por el ataque de un oso a orillas del lago Kurilskoya, en la península rusa de Kamchatka. Ya nada volvería a ser igual en Alaska.

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Foto Michio Hoshino

Muchos de los asistentes al Oficio religioso celebrado en su memoria en Anchorage se refirieron a el como «mi mejor amigo». Lo recuerdan como la persona con menos ego que nunca hayan conocido.

Ataviado con jerséis de lana y botas de agua, este introvertido japonés era educado hasta el extremo de dar las gracias a un grupo de ballenas que acababa de fotografiar o regalar su chaqueta a un homeless que encontraba por las calles de alguna ciudad alaskeña. Como no le iba a querer todo el mundo.

De los muchos homenajes que se les han hecho, quizá el que más le hubiera gustado es el tótem que se erigió en su memoria en Sitka. Una figura que reposa eternamente observando el horizonte por encima del paralelo 57 norte. Precisamente, lo que nunca se cansó de hacer el.

Un hombre en un bosque de Finlandia

A mediados de los 70 Hannu Hautala (Töysä, Finladia, 1941) trabajaba como fotógrafo profesional en Helsinki, pero las paredes de su apartamento se le caían encima. En su anhelo por los espacios abiertos, llegaba a cortar troncos y repartirlos por su casa para que actuaran como ambientador natural.

Hannu Hautala por David Fajula
Hannu Hautala retratado por David Fajula

Incluso se planteó cambiar de trabajo presentándose a las oposiciones para guarda forestal. Suspendió, dos veces. Un pequeño giro del destino y varias generaciones de fotógrafos de naturaleza hubieran quedado huérfanas de referente.

Viendo claro que la capital no era para ellos, Hannu y Irma buscaron un nuevo hogar en el norte. Después de plantearse Savukoski y Salla, su destino definitivo fue Kuusamo, 60 kilómetros al sur del Círculo Polar Ártico y limítrofe con la frontera rusa. Allí, su espacio vital creció rápidamente, igual que lo hizo su archivo fotográfico.

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Foto: Hannu Hautala

En 1984 publicaba «La tierra del arrendajo siberiano«, ganando el premio al mejor libro de Finlandia y llegando a les 33.000 copias vendidas. Hecho que le otorgo libertad creativa y financiera. «Ahora ya no podré culpar a mi equipo fotográfico de los malos resultados» solía bromear.

Lejos de la fotografía de prensa que practicaba en sus inicios, ahora se podía centrar en su visión artística. Es en este periodo y respaldado por una beca de 15 años por parte del gobierno finlandés, cuando aparece una de sus grandes obras “Uljas valkoinen”, un monográfico sobre el cisne cantor (cignus cignus) ave nacional de Finlandia. En 1988 la primera copia fue para el entonces Primer Ministro Mauno Koivisto.

30 años después de su aparición se reedito con algunas imágenes nuevas. Mayoritariamente de Finlandia, pero también de cisnes en parajes tan distantes como Japón. Una obra que resume perfectamente las directrices creativas de Hautala, sujeto y entorno, y interacción entre especies.

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Foto: Hannu Hautala

El currículum de Hautala cuenta con más de 50 libros publicados en diferentes idiomas, un primer premio en el Wildlife Photographer of the Year de 1973 y un tercero en el World Press Photo de 1975, así como un Doctorado Honorífico por la Universidad de Oulu, el Orden de la Rosa Blanca de Finlandia y el cariño y admiración de sus compañeros de profesión.

En Kuusamo tiene un centro de fotografía de naturaleza que lleva su nombre y es cocreador junto a Lassi Rautiainen del festival de fotografía de naturaleza que se celebra allí cada septiembre.

Lejos de dedicarse a mirar obras y jugar al dominó, Hannu sigue activo a sus casi 80 años. Fotografiando con carretes de diapositiva, eso sí. Dice que es demasiado mayor para pasarse al digital. Y sobre todo, sigue pensando que “para un fotógrafo, un minuto alejado de la naturaleza es un minuto perdido”.

Los últimos románticos

Nunca conocí a Michio. Él murió cuando yo ni sabía que me quería dedicar a la fotografía. Con Hannu en cambio, hemos compartido mesa y hide.

Hoshino y Hautala revolucionaron un mundo donde primaban los primeros planos de animales. Abrieron su mente a la vez que lo hacía su campo de visión. Su mayor legado probablemente sea la influencia que han tenido sobre el devenir de la fotografía de naturaleza actual.

David Fajula es fotógrafo profesional especializado en naturaleza y viajes y fotografía editorial. Puedes echar un vistazo a su web o a su Instagram.

9 COMENTARIOS

  1. Jamás hubiera imaginado encontrar estos nombres en un artículo publicado en 2020 en photolari… ¡Enhorabuena al portal y al autor!.

    El trabajo de estos fotógrafos junto a otros muchos (Rowell, Lanting, Nichols, Polking….) marcó a varias generaciones de fotógrafos de naturaleza, aficionados y profesionales, y sin ellos es imposible comprender la expansión de este micromundo fotográfico. Para mí su trabajo se resume en una palabra «mérito»:
    -Mérito por ser pioneros en fotografiar ciertos animales.
    -Mérito por crear nuevos estilos que luego serían adoptados por otros autores.
    -Mérito por tomar unas imágenes con equipos que ofrecían pocas o ninguna de las ayudas de las que dispone el equipo más cutre actual.
    -Mérito por realizarlas en una época en las que «viajar» a ciertos lugares era emprender una auténtica expedición, no ir de «turista», ni meterte en hides comerciales donde pagas por que te lo pongan «a huevo».

    Para mí esa «atmosfera» que captaba Hautala (y que hoy perdura en el trabajo de muchos autores nórdicos, o en otros como Munier) llevaba sus fotografías más allá de lo que se considera fotografía de naturaleza, pues suponían una auténtica inmersión en la vida de la taiga o de la tundra…

    Dicho de otra forma: te contextualizaban al animal en su verdadero mundo (justo lo contrario que proclama esa frase de «si la foto no es buena, no estabas suficientemente cerca», que suele mal traducirse por «llenar el encuadre con el bicho»

    En fin, que me voy por las ramas… ¡Enhorabuena por el artículo!

    • Gracias Luis,

      Completamente contigo. De hecho, yo conozco a Hoshino y Hautala a través de una entrevista a Munier.

      Rowell es -desde mi punto de vista- el fotógrafo de naturaleza más influyente del último tercio del S. XX (precedido por Ansel Adams). En gran parte por su extensa obra literaria.

      Lanting con sus nuevas perspectivas (fotos alucinantes con angular), Jim Brandenburg por los reportajes de lobos especialmente y su trabajo delicado y poético en su Minnesota natal.

      La lista sigue…

      Gracias por leernos. Un abrazo!

      • Gracias por el comentario David.

        «Luces de montaña» me sigue pareciendo una obra de obligada lectura (y contemplación) para cualquier amante de la fotografía -no sólo de naturaleza- Da igual que Rowell en algún punto hable de «animales» hoy extintos como el kodachrome: la base en torno a la que gira la obra: la concepción de la toma, sigue siendo actual e incide y reflexiona en la esencia de la fotografía de forma exquisita.

        Respecto a lo que comentas de cómo llegaste a conocer a estos autores (me alegro por tí, significa que eres joven 😉 ) no sé si conocerás un libro editado hace muchos años por el Central Hispano dentro de una serie de tres volúmenes dedicada a fotógrafos, pintores, y escritores de naturaleza (Nota para Millenials: el Central Hispano era un banco).
        Este volumen en concreto se llamaba «Fotógrafos de la naturaleza» y fue escrito por Oriol Alamany y Fernando Bandín. En ella se recoge la evolución de la fotografía de naturaleza desde su origen, repasando en detalle los fotógrafos más influyentes de los años 60 y 70, y reseñando luego algunos de los más afamados autores del momento (años 80 y 90).
        Aunque poco conocida por su escasa distribución en aquel momento, la considero muy pero que muy recomendable (en un vistazo por google veo que hay ejemplares de segunda mano a la venta disponibles por ahí «por cuatro perras»).
        A modo de curiosidad, en el libro una de las fotos que muestra el trabajo de Hautala es la misma imagen del cisne que has empleado para este artículo.

        Lo dicho, gracias por el artículo (y me sumo a señalar que sería bonito que este artículo fuera sólo el primero de una larga serie).

        Abrazo

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