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Con toda la atención pueda en las nuevas Nikon Z sin espejo, parece que la marca ha querido dejar claro que su apuesta por el mercado réflex sigue en pie. Y nada mejor para demostrarlo que poniendo sobre la mesa un nuevo modelo con bayoneta F.

Así la recién anunciada D3500 toma el relevo de la D3400 -en realidad seguro que conviven una buena temporada en el escaparate, como ocurre siempre- para convertirse en la réflex más sencilla y asequible de la gama nikonista.

Un modelo que mantiene intactas la mayoría de prestaciones, empezando por el sensor CMOs de 24 megapíxeles y APS-C, pero que apuesta ahora por un cuerpo más ligero y compacto, en línea con la D5600. En este caso, eso sí, se prescinde de la pantalla articulada que luce su hermana mayor.

Con un peso de sólo 350 gramos, ofrece una sensibilidad de entre 100 y 25.600 ISO, grabación de vídeo Full HD, enfoque de 11 puntos y conectividad Bluettoth para transferir las fotos al móvil. Dirigida a usuarios que no quieren complicarse demasiado, el nuevo diseño -explican desde Nikon- potencia la facilidad de uso y cuenta con numerosos modos de ayuda para guiar al usuario.

Además de las novedades externas, internamente la principal noticia es la mejora en la autonomía, que ahora supera los 1500 disparos. Sí, nada que ver con la cifra de las nuevas Z7 y Z6 pese a la diferencia de precio.

Disponible a lo largo de septiembre, a la espera de que haya datos de precios para Europa, el kit más sencillo (cos el 18-55 mm f3.5-5.6 VR AF-P) constará 500 dólares en Estados Unidos, con lo que cabe suponer que a este lado del Atlántico rondará los 550 o 600 euros. A día de hoy la Nikon D3400 se puede encontrar por entre 400 y 500 euros.

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