Por Juan Antonio Guerrero. La Polaroid SX-70 es seguramente unos de los objetos fotográficos más significativos del sigo XX. Un auténtico icono pop, un ejemplo de diseño e ingeniería moderna. Es de las cámaras más reconocibles de nuestra infancia. Al menos para los que ya casi estamos en grupo de riesgo.
Producía en unos minutos pequeñas fotos enmarcadas para guardar en las cajas de lata en las que se iban coleccionando los recuerdos familiares. Es una cámara de la que es fácil sentirse atraído, por las emociones que provoca su presencia y el placer de su uso.
Para quien no la conozca hay que decir que en realidad es una cámara réflex plegable de formato medio que incorpora un laboratorio. Por si fuera poco, hay modelos que enfocan automáticamente con un sónar. Vamos, no puede ser más alucinante, todo un invento del TBO.
De segunda mano
Y, por extraño que parezca todavía se fabrica. No de la mano de Polaroid sino de una empresa llamada Mint, y además es un modelo puesto al día en electrónica y con algunos controles manuales añadidos. El precio, eso sí, es bastante elevado. Más teniendo en cuenta que cada foto que hagamos con ella nos costará casi 3 euros en el mejor de los casos.
La opción más económica para hacernos con una SX-70 original, la de los años 70, es el mercado de segunda mano. Las encontraremos muy baratas si están regular de aspecto o de funcionamiento y algo caras si están perfectas. La decisión dependerá, por tanto, de nuestro presupuesto.
Un buen truco es buscar una que funcione bien pero que tenga la piel muy estropeada. En realidad es muy habitual encontrarlas así. El primer modelo tenía piel real pero el resto venía con un vinilo que se deteriora bastante con el tiempo.
Es posible encontrarlas con el cuerpo de plástico cromado, negro, blanco y, además, se fabricó una edición chapada en oro sobre la que me abstengo de hacer comentarios.
También existen empresas que ofrecen una tarifa plana para restaurar nuestra SX-70. La limpian, la ajustan y le cambian la piel, e incluso la modifican para usar película para las Polaroid 600, con la ventaja de poder hacer fotos con menos luz.
La película para la SX-70 tiene una sensibilidad de 160 ISO mientras que en la 600 es de 640 ISO, bastante más adecuada para interiores teniendo en cuenta que el objetivo que monta la SX-70 es un 116mm f8. No muy luminoso, vaya.
Además de que el vinilo suele estar cuarteado o roto, dependiendo de cómo se haya conservado tiende a oler regular. Esto lo sabrán los que compran cámaras antiguas, que a veces desprenden un olor fuerte, a guardado o a tabaco -preguntad siempre al vendedor por ese detalle- y es algo que también podemos remediar en gran medida cambiándolo por uno nuevo.
Cambiando el vinilo
Cambiarle el vinilo a esta cámara es bastante fácil, aunque hay que tener un poco de cuidado de no dañar el plástico que lo rodea, sobre todo si es un ejemplar cromado, más dado a mostrar arañazos. Así pues, antes de empezar no viene mal proteger las partes que rodean al vinilo con una cinta adhesiva.
Puede que haya suerte y que el vinilo se desprenda con facilidad, a veces no entero pero sí a trozos. Si no es así hay que pasar a mayores: una opción muy simple es usar un secador para el pelo y aplicar calor. El pegamento se ablandará, con lo que será más fácil ir retirando poco a poco con una espátula pequeña o algo similar cada trozo de vinilo.
Si tenemos una pistola de calor también puede servir pero hay que extremar las precauciones de no derretir nada. Recordemos que casi toda la cámara es de plástico y además con unas cuantas décadas encima.
Una vez retirado todo el vinilo quedarán partes cubiertas de adhesivo, a veces muy pegado, casi solidificado. Con un trapo y un poco de disolvente (aguarrás o algo parecido) iremos muy poco a poco y con mucho cuidado retirando el adhesivo.
En un rato tendremos la cámara limpia. Por supuesto todo esto hay que hacerlo en un lugar bien ventilado, y desechando los residuos de manera responsable.
Elegir color
A partir de aquí las alternativas son muchas dependiendo de lo perfeccionistas que seamos, del mayor o menor respeto que le tengamos a la cámara o de si somos unos coleccionistas y queremos restaurarla a su estado original.
En Internet es muy fácil encontrar vinilos adhesivos ya cortados simulando piel. Hay una cantidad de materiales muy variada, de todos los colores imaginables. Las medidas en principio son las mismas para todos los modelos, aunque hay algunos con un agujero para el trípode. Mejor, de nuevo, preguntar al vendedor por si acaso.
Otra opción es fabricar nosotros mismos los parches, bien sea reciclando materiales o comprando el vinilo sin cortar. Hay infinitas opciones, desde madera a tela, impresión 3D, bordados, metal…
Las medidas se pueden encontrar muy fácilmente, hay plantillas que se pueden imprimir para transferirlas al material y cortarlo sin problemas. También podemos diseñar los vinilos en el ordenador para luego mandarlos a alguna empresa que los imprima y los corte.
Para pegarlos hay que intentar que las superficies estén bien limpias de grasa, así que no está de más pasar un paño con un poco de alcohol. La ventaja de esta cámara para esta tarea es que no hay curvas o huecos ni pequeños botones o conectores en mitad de la superficie que vamos a pegar. Es todo plano, solo hay que cuidar que coincidan bien los bordes.
En mi caso opté por ponerle unos adhesivos ya cortados de color negro con textura de piel. Ha quedado bastante bien, discreta a la par que elegante. ¿No es bonita?
Pero si eres un hipster (¿todavía hay de eso?), un nostálgico de la fotografía química, un adicto a las cámaras en general, un cachondo o un artista contemporáneo seguro que puedes adaptarla a tus gustos. Por diseños y colores que no falte.
Juan Antonio Guerrero es fotógrafo. Puedes conocer más sobre su trabajo en su página web y su Instagram.
Confieso que yo tuve una hace eones y disfruté de ella como un enano
Pues yo poseo la mía de cuero marrón en su estuche del mismo material