Cuando el fotógrafo segoviano Diego Gómez conoció a los resineros en 2003, pensó que la vida de estos trabajadores sería un buen tema para presentar a la beca de fotografía documental Manuel González Herrero, del Instituto de la Cultura Tradicional Segoviana, que enseguida mostró interés por el proyecto.

La extracción de resina del pino negral (pinus pinaster) para su uso en la industria química se ha convertido en una actividad económica estrechamente ligada a la comarca de la Tierra de Pinares, en Segovia. Una profesión estacional y profundamente rural cuyos métodos de trabajo han cambiado bien poco durante los últimos decenios.

A pesar de sufrir una profunda crisis a principios de los 90, el oficio de resinero ha resurgido en los últimos años a causa de las elevadas cifras de paro que azotan al país. «Muchos resineros provienen de sectores en crisis como la construcción y han visto en la resina una salida laboral», afirma Diego Gómez.

Durante un año, entre 2013 y 2014, Diego Gómez realizó más de 30 visitas a distintos grupos de resineros y tomó más de 8.000 fotografías.

Todo este trabajo documental ha quedado recogidos en el libro «La vuelta de los resineros», en el que conocemos una visión actual de este oficio través de 150 fotografías y los testimonios de una treintena de profesionales. Una actividad poco reconocida, «ligada a las gentes de la Tierra de Pinares desde tiempos inmemoriales», tal y como nos recuerda el autor.

Mediante incisiones en la corteza del tronco, los resineros extraen la resina o la miera de los pinos entre marzo y noviembre y la guardan en bidones de unos 200 kilos. Estos bidones son trasladados a fábricas en donde se destila el contenido para obtener colofonia y aguarrás, dos componentes con numerosos usos en la industria química, tales como la fabricación de jabón, papel, barniz, tintas de impresión, compuestos de goma, revestimientos superficiales, barnices, pinturas, esmaltes, fuentes de aromas, fragancias, insecticidas, disolventes…

«Uno de los usos más curiosos de la colofonia -explica Diego Gómez- es para quitar el pelo a los cochinillos antes de asarlos. Se les unta la colofonia caliente, y cuando se enfría actúa como una cera depilatoria.»

Para realizar este reportaje el autor tuvo que pasar largas jornadas con los trabajadores. «Los resineros suelen trabajar normalmente solos, a no ser que estén dentro de alguna cooperativa, y la verdad es que todos me trataron como si fuera de la familia», explica. «He ido a desayunar con ellos, a tomar algo después del tajo… y hasta le hice las fotos de su boda a uno de ellos.»

«Entre los resineros con los que he trabajado hay una minoría que siempre se ha dedicado a este oficio, pero muchos otros provienen de sectores en crisis como la construcción y han visto en la resina una salida laboral.» Así mismo el autor se muestra sorprendido por la cantidad de gente joven que ha empezado a extraer resina, algunos por tradición familiar pero otros sin ninguna vinculación previa con el oficio.

Para realizar este trabajo Diego Gómez ha utilizado una Canon EOS 7D acompañada de dos ópticas fijas de 35 y 50 milímetros para las fotografías exteriores, y de un zoom de 17-55 milímetros para las tomas en la fábrica y el taller de herramientas. «He trabajado en color para que se pueda apreciar el cambio de las estaciones y de las tonalidades del pinar durante el periodo de trabajo», explica.

«La vuelta de los resineros» es un exhaustivo trabajo documental que el propio Diego Gómez se atreve a presentar en cifras: «Ha sido necesario recorrer más de 2.500 kilómetros y tomar casi 8.000 fotografías en más de 30 visitas de campo, para las cuales se han empleado más 120 horas y alrededor de 300 más en el proceso de revelado digital.»

10 COMENTARIOS

  1. Las fotos estan muy bien y a mi entender documentan correctamente esta, para mi, singular profesion estacionaria. El problema es que interes lo que se dice interes..para mi más allá de aprendrer fotografia fijandome en las fotos..pos eso, el tema a mi no me dice nada.

  2. Hay todo tipo de planos, variedad, buen contenido y como reportaje funciona… Sin embargo, yo personalmente echo en falta el procesado que es practicamente inexistente.

    Y es que es muy habitual que quien hace buenas fotos no revela bien y quien revela bien no hace buenas fotos. Lo raro es encontrar gente que haga bien las dos cosas sin caer en el error de repetir el mismo preset una y otra vez (cosa que algunos llaman «estilo propio» claro).

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