Mirar “Ravens” (Cuervos), de Masahisa Fukase, es estar ante uno de los mejores fotolibros de toda la historia de la fotografía. Un trabajo marcado por el carácter obsesivo de su autor, pero también, y sobre todo, por la enorme y profunda poética de este fotógrafo japonés.

Cuando en 1976 sufre el abandono de su segunda mujer, Fukase entra en una espiral depresiva y autodestructiva que lo llevará a la muerte. Se obsesiona con los cuervos, a los que fotografiará compulsivamente durante 10 años, hasta convertirse, según sus propias palabras, en uno de ellos.

Fruto de esa obsesión y de su compulsión fotográfica nace un trabajo oscuro, poético e inquietante, pero también conmovedor. Adentrarse en “Ravens” y dejarse llevar por sus fotografías en blanco y negro es asomarse al abismo interior de un Fukase herido e hiriente, pero rabiosamente genial, que se aferra a su cámara como única forma de expresar lo que siente. El cuervo es el mensajero de su dolor y la premonición de su trágica muerte.

En “Ravens”, Fukase es ese “vagabundo en la tiniebla” del que hablaba Edgar Alan Poe, autor del famoso poema “El Cuervo”; un ser solitario, esquivo, oscuro e inquietante. “Mi obra es una especie de venganza contra el drama de vivir”, dijo una vez. Y de esa venganza nació, curiosamente, el autorretrato poético más contundente y bello que se haya hecho jamás en fotografía.

14 COMENTARIOS

  1. Una obra maestra de la fotografía. Impresdicndible clásico que no puede faltar en cualquier biblioteca fotográfica que se precie.

    No apta para «pixel peepers» que se tiran todo el santo día buscando los detallitos más pequeños de ruido y suavidad (o poca nitidez) en lentes y sensores junto a defectos de imagen, mientras pasan por alto completamente la imagen como un todo o su valor emocional y artístico.

    Gran reseña, Leire!

  2. Fotos del montón montonazo. Un caso más en que la biografía atormentada y disfuncional de un autor determina a su obra y al interés de los «ejpertohs» en encumbrarlos a ambos para crear artificialmente un mito. Si esas mismas fotos las hubiera producido un normie sin ningún trastorno psicológico que le llevara a creerse un pájaro, esas fotos hubieran pasado sin pena ni gloria por la historia de la fotografia.

    En cualquier caso hay que reconocerle a este señor el ser un adelantado a los transespecistas que hoy se someten a mil operaciones para transformar sus delirios en realidad. De haber estado lo suficientemente adelantada la cirugía en tiempos de Fukase sin duda se habría hecho implantar plumas negras por todo el cuerpo y entonces la grandeza de estas fotos alcanzarían una categoría verdaderamente épica.

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.