Los objetivos para las cámaras sin espejo se han convertido en uno de los segmentos del mercado con más novedades por metro cuadrado. Con Sony triunfando como nunca y Nikon y Canon reconociendo que los objetivos para estos sistemas permiten alcanzar unos niveles de calidad nunca vistos no es de extrañar que las denominadas terceras marcas se hayan puesto las pilas con el tema.
Sigma es una de ellas. Y aunque fue de las primeras en ofrecer objetivos con montura FE para las Sony de formato completo en realidad se trataba de adaptaciones a partir de sus objetivos réflex.
Algo que ahora ha cambiado con la llegada de la serie DG DN, diseñada específicamente para cámaras sin espejo y que por ahora se presenta en dos versiones, tanto para Sony como para el sistema L del que la propia Sigma forma parte.
Y dentro de esta primera hornada de objetivos hubo uno que nos llamó la atención por su focal, tamaño y diseño: el 45 mm f2.8. Durante unos días hemos estado probándolo tanto con la Sony A7R IV como con la A7 III para comprobar si estamos ante uno de esos objetivos que merece la pena tener siempre a mano en la bolsa.
Aunque en el vídeo os explicamos nuestra experiencia con él así como sus mejores argumentos y los puntos más débiles, como siempre compartimos aquí algunas de las fotografías de muestras realizadas con esta óptica y los dos citados modelos de Sony.
¿Sólo f2.8?
Es la primera pregunta que muchos -nosotros también se hacen- al tener este 45 milímetros entre manos y descubrir que es un f2.8. Que no está nada mal, pero por qué no un f1.8 al menos.
La respuesta es tan lógica como evidente: porque sería más grande y más caro y aquí se trataba de buscar un equilibrio con todas esas variables. La física no suele dejar muchos márgenes, pero es verdad que Samsyang tiene un 45 mm f1.8 que es igual o incluso más pequeño que este, aunque se nos haya olvidado mencionarlo en el vídeo de ahí arriba.
Pero sin ser el más luminoso de lo que no hay muchas dudas es que estamos ante uno de los objetivos Sigma más bonitos y mejor rematados del mercado.
Con un aspecto y acabado que recuerda más a los Zeiss que a los Sigma que habíamos visto hasta hasta ahora, su construcción metálica (parasol incluido) o el anillo mecánico de diafragma son detalles que ayudan a darle ese toque premium.
El diseño y la construcción es realmente sobresaliente y sólo el reducido tamaño del anillo de enfoque anima a ponerle algún pero. Aunque pequeño.
Muy buena nota también para el sistema de enfoque que hemos podido comprobar que funciona estupendamente con los sistemas de detección de cara y ojos de Sony.
45 milímetros
Es otro de los números que llama la atención de este Sigma. ¿Un 45 milímetros? ¿Por qué no un 35 o un 50 milímetros como toda la vida?
En realidad 45 milímetros es una focal muy polivalente y usada por estar, precisamente, entre esos dos clásicos. De hecho, hay estudios que aseguran que trabajando con un zoom 24-70 milímetros esta focal es una de las más usadas.
Ni muy corta ni muy larga, lo mismo te resuelve un retrato que una foto de ambiente o de paisaje, tal y como hemos podido comprobar durante los días de convivencia con este equipo.
Con el rendimiento del objetivo pasa algo parecido. No es el objetivo que ofrezca mayor nitidez ni detalle del mercado, tampoco el ópticamente más perfecto. Pero lo curioso es que tampoco parece ser su guerra, sino que se apuesta por unos resultados simplemente buenos y una personalidad que se hace notar en los resultados.
Hay algo de viñeteado a f2.8 -nada que la cámara no pueda corregir automáticamente- pero se lo perdonamos al ver que el bokeh es muy delicado y atractivo.
Una óptica con personalidad
En definitiva, estamos ante un objetivo que no está pensado para todos los públicos. El diseño y los acabados son excelentes pero, como hemos dicho, hay en el mercado objetivos más luminosos y nítidos. Algunos incluso más económicos que este Sigma 45 mm f2.8.
Pero para quienes no vayan con la lupa en la mano buscando siempre lo mejor de lo mejor, este 45 milímetros puede ser una óptica interesante para llevar siempre encima, montada en la cámara.
En cierto modo nos recuerda a las cámaras que hace Sigma, que siempre llegan dispuestas a competir en otra liga. Un poco desconcertantes a veces, pero cuando se entiende la filosofía se convierten en una herramienta fotográfica de la que es difícil separarse.
Con este Sigma 45 mm f2.8 DG DN nos ha ocurrido lo mismo. Puede que el sentido común nos lleve a valorar otras opciones por el mismo precio (unos 600 euros) o incluso menos. Pero una vez que lo tenemos entre las manos y empezamos a trabajar con él seguro que disfrutamos mucho.
En mi opinión si quieres ligereza el samyang y si quieres calidad hasta a máxima apertura el sony 35 1.8. Luego si se prescinde del tamaño hay más opciones pero esta a mi entender es cara y no es que sea un pata negra a 2.8 y es caro.
Muy caro para ser un 2.8 y más de la serie Compemporary más cuando tienes opciones como el Samyang…
La diferencia de ángulo entre 45 y 50mm es despreciable, y casi imposible de determinar si se saco con uno u otro. Son ambos una solución de compromiso. El que crea que ganara o perdera algo es por que jamás saco la misma toma con las dos focales al mismo tiempo.
Con la salvedad que sin espejo de por medio, los 45 son bastante más compactos, obviamente en el caso de los objetivos sigma, esto no suele cumplirse, ya que su diseño esta enfocado a la calidad óptica y no a loa tamaños comedidos.
Yo uso con la Sony AIII el Tamron SP 45mm F/1.8 Di USD, de montura A, mediante el adaptador LAEA4 y tiene una calidad óptica, nitidez y contraste considerable, posiblemente superior al Sigma 45, y con el doble de luminosidad, por cierto comprado de liquidación a precio de risa.