Es una de las novedades del flamante Huawei P30 Pro que ayer vio la luz y que a base de unas especificaciones bastante espectaculares y mucha inteligencia artificial no disimula su objetivo: dejar en evidencia a la mayoría de compactas y quizás poner en apuros a cámaras más serias.

Hablamos del nuevo sensor RYYB firmado por Sony y que deja atrás la clásica estructura Bayer usada por el 99% de los sensores de imagen del mundo para generar imágenes en color y sustituye las células verdes por amarillas.

Y como ocurre tantas veces en el imparable segmento de la fotografía móvil, cualquier novedad es asumida como revolucionaria por quienes se asoman por primera vez a términos fotográficos creyendo que Samsung inventó la apertura de diafragma u Oppo los zoom periscópicos.

Un mundo desconocido y repleto de términos nuevos que se convierte en el caldo de cultivo perfecto para que las compañías vendan sus motos sin demasiada resistencia.

Pero volviendo al sensor RYYB del P30, efectivamente sí se trata de algo que no se había probado hasta ahora en ningún dispositivo. El objetivo es cambiar esos diodos del CMOS para ofrecer un mejor rendimiento con poca luz y atreverse con nada menos que 400.000 ISO. Más que la Canon EOS 5D Mark IV, presumía Huawei durante la presentación.

Ya veremos los resultados pero, de entrada, no deja de ser curioso que en un momento en el que los smartphones avanzan a golpe de procesador e Inteligencia Artificial -y lo hacen muy bien, la verdad- de repente las miradas vuelvan a algo tan antiguo y clásico como el sensor de imagen y el filtro de color.

Otro día hablamos del «zoom periscopico» que parece simplemente un teleobjetivo de 125 mm.

Pero mucho más curioso es descubrir, echando mano de esa hemeroteca que nos recuerda que las marcas de fotografía ya pasaron por el camino que ahora transitan muchos móviles, que Sony ya quiso jugar hace muchos años con esto de los colores Bayer.

Por cierto, rápida nota para situarnos: este filtro inventado por el señor Bayer y patentado por Kodak permite que un sensor que de forma natural es monocromático sea capaz de crear imágenes en color mediante filtros rojos, verdes y azules. Por resumirlo mucho. Muchísimo.

El filtro RGBE sustituía la mitad de los píxeles verdes por otros de color esmeralda. La teoría era buena, la práctica no tanto.

Pero allá por el año 2004 Sony quiso rizar un poco más el tema y se dio cuenta de que no bastaba con duplicar el número de células verdes para, de esta forma, imitar la estructura de nuestra vista, más sensible al verde. En realidad -explicaron en su momento- el ojo humado es sensible a un verde en concreto: el esmeralda.

El resultado fue un nuevo filtro RGBE -la E por esmeralda, claro- que se montó en el CCD de su Cyber-shot F828. Y el inventó no debió de convencer demasiado porque aquella fue la primera y última cámara con este invento, del que Sony jamás volvió a hablar. No es que fuera malo es que, por lo visto, las diferencias eran tan sutiles que no merecía la pena.

15 años después la idea vuelve con este sensor SuperSpectrum de Huawei, aunque muy distinta. Si antes necesitábamos mucho verde y esmeralda, ahora se sustituye por amarillo. Ya se ocupará la IA de que las imágenes se parezcan a nuestra visión, igual que se encarga de que las fotos de noche parezcan casi de día.

Ahora se trata de capturar más luz -un 40% según los datos oficiales de Huawei- como en su momento hacía la desaparecida cámara monocromática de la anterior generación.

¿Funcionará el invento? ¿A alguien le interesa realmente este tipo de detalles técnico o lo único que importa es saber si se nota o no? De hecho, hay otra pregunta que tras las primeras horas con este teléfono -ya estamos preparando un vídeo para explicar en condiciones sus funciones fotográficas- nos inquieta. ¿Es cosa nuestra o cada vez importa menos la firma de Leica en este dispositivo?

5 COMENTARIOS

  1. Creo que los detalles técnicos SI importan. Otra cosa es que la mayoría no los entendamos, pero estoy seguro que basta con que no se explique porqué un dispositivo aumentará se rendimiento con poca luz un 40%, para que todos se echen encima preguntando en qué se basan.
    Las explicaciones hay que darlas para dar verosimilitud a lo que se promete.
    En cuanto al aparato en si, veremos de lo que es capaz. No solo hay que dar explicaciones técnicas, hay que ofrecer muestras y resultados que confirmen todo esto. No vaya a ser que ocurra como a esa Sony de hace 15 años, que toda esta tecnología y palabrería solo sirve para promoción y no para resultados reales.

    Un saludo.

  2. Ufff la 828.. ¡¡qué recuerdos, madre!! me inicié en serio en la fotografía con esa cámara que, por cierto, todavía conservo.
    Menudo cacharro y la de ríos de tinta digital que vertió en críticas, la de opiniones en QSD que se levantaron con el modelito en cuestión.
    Efectivamente era eso: una compacta con un cuerpo espectacular pero con un mediocre sensor.

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