«Lo mío es contar historia de otras personas, cuando tú eres el foco de atención es complicado». Susana Vera prefiere estar al otro lado de la cámara. De hecho, nos cuenta que por las redes sociales se prodiga entre poco y nada, que no es nunca la primera en levantar la mano y que, por suerte, tiene trabajo y puede permitirse tener un perfil bajo.

Pero estas semanas a Vera (Pamplona, 1974) le está tocando ponerse delante de muchas cámaras y micrófonos tras convertirse en la primera fotógrafa española en ganar un Pulitzer.

Ella es parte del equipo de Reuters que hace unos días obtenía este reconocimiento por la cobertura de las protesta en Hong Kong. Un trabajo de medio año y 28 fotógrafos, enumera. De ellos 11 firman algunas de las 20 fotos elegidas por los Premios Pulitzer como lo mejor de 2019. Y Susana Vera es una de ellas.

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Foto: Susana Vera / Reuters

«Estos premios son un chute para la autoestima. Pero eres consciente de que son loterías. No lo digo por humildad, es así. Hace dos años estaba con Reuters cubriendo la crisis de los  Rohinya cuando también se ganó un Pulitzer, pero en aquel momento no hubo ninguna foto mía en la edición final», recuerda.

Historias locales, salir fuera es excepcional

¿Y no da un poco de rabia que los grandes medios se acuerden sólo de los fotógrafos cuando ganan algo o les secuestran? La pregunta es de esas condicionadas, cierto. Pero tocaba hacerla.

«Me parece bien que no se hable de nosotros en el día a día», apunta esta reportera con más de veinte años en el oficio y de la que, por cierto, todos los compañeros hablan maravillas. Antes del Pulitzer, que es lo importante.

Pero una cosa es que los fotógrafos no tengan que ocupar el espacio que corresponde a las historias que cuentan -explica- y otra que este tipo de reconocimientos no sirvan para haya una reflexión sobre su trabajo, su papel y sus condiciones.

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Susana Vera tras la cámara en Hong Kong. Una de las personas que andaba por allí se la sacó y se la quiso dar, nos cuenta.

«Escuchar Pulizer al lado de tu nombre es increíble. Pero en el trabajo del día a día soy una fotografía de agencia que hace historias locales. Salir fuera es algo excepcional», recuerda.

Y salir fuera, en este caso, significó trabajar tres semanas como parte del equipo de Reuters en Hong Kong. La agencia ha puesto en práctica un interesante sistema de rotación para que no siempre sean los mimos los que hacen y firman las fotos. Normalmente hombres y blancos, por si a estas alturas hace falta aclarar este punto.

Y parece que sí porque, según nos cuenta, en conversaciones recientes con compañeros -«pocas, pero algunas», matiza- ha tenido que recordar que no le están dando el Pulitzer por ser mujer.

«Parece que tengo que justificarme por ser parte de la cobertura. Me gustaría no tener que hablar de género ni de raza, que fuera suficiente hablar de trabajo. Pero te tienen que dar la oportunidad, vengas de donde vegas. Si no la tienes no puedes demostrarlo», argumenta.

«Cada vez menos medios quieren o pueden pagar por nuestro trabajo»

Aunque desde fuera puede parecer que en una agencia internacional los fotógrafos viven algo más tranquilo o seguro y que un Pulitzer es algo así como un salvoconducto, la realidad es un poco menos bonita. Así lo explica Vera.

«Hemos perdido muchos compañeros de la agencia en España y Portugal que estaban contratados o que estaban como colaboradores en provincias. Conseguían hacer unos cinco temas al mes, pero en los últimos años ha ido desapareciendo»

Los temas locales han dejado de interesar para las grandes agencias, más centradas en grandes coberturas internacionales y también inmersas en una guerra de precios para mantener sus clientes. Antes los medios tenían contratadas todas las agencias, ahora ya no.

«Un Pulitzer o cualquier premio no te asegura para nada el sueldo. Lo que te ayuda a vivir de esto es el trabajo diario. La tenacidad, tener muchas ideas, intentar hacer algo diferente. Lo importante ya no es ser bueno o mal fotógrafo, sino tener buenas ideas que los medios las compren», explica la reportera.

 

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Susana Vera saca fotos de un niño mirando a través de la ventana de su chabola en el antiguo asentamiento de El Gallinero a las afueras de Madrid. Foto: Carlos Rosillo

Una precarización del oficio en la que también hay lugar para la autocrítica. «Necesitamos que los lectores asuman que el periodismo hay que pagarlo, pero hay que reconocer que hemos hecho cosas mal»

Ellos mismos, reconoce, han contribuido muchas veces a rebajar las condiciones, regalando fotos y arrastrando con eso a todos el colectivo.

Antes, recuerda, empezabas desde abajo, como becario, cobrando poco o nada por las fotos porque se asumía que era una fase y que luego llegaría cierta estabilidad. Todo eso también ha cambiado.

«Los fotógrafos jóvenes que tienen que invertir en equipo tienen que ser consciente de que si malvenden o regalan fotos están pagando por trabajar y eso no es bueno ni para ellos ni para el colectivo. La precarización también es culpa nuestra.

De Hong Kong al coronavirus

Las fotografías premiadas de las protestas de Hong Kong parecen muy lejanas tras estos meses en los que absolutamente toda la información ha girado alrededor de la pandemia mundial de a Covid-19.

Un tema en el que, claro, Susana Vera también ha estado trabajado estos meses aunque reconoce que está siendo muy difícil para los fotógrafos.

«Sigue siendo complicado acceder a hospitales, residencias, cementerios… Hay una parte muy grande que no hemos podido cubrir como nos habría gustado porque hemos recibido muchas negativas», relata mientras señala que la semana pasada fue la primera vez que pudo entrar a un hospital.

Pero no sólo es un tema de permisos. «He pasado mucho tiempo autocensurándome para no entrar en lugares en los que podría contagiar o luego volver a casa con mi familia», reconoce.

Una situación que, además, contribuye a empeorar la ya delicada situación laboral de la profesión. El reciente caso de LaLiga -señala- crea un peligroso precedente sobre lo que podría venir

Y no sólo los fotógrafos deportivos son los afectados durante estas semanas de padrón «Compañeros que hacen cultura, presentaciones, premios…», enumera.

«Cada vez hay menos medios que quieren o pueden pagar para nuestro trabajo y da igual los reconocmientos que tengas. Las decisiones no se toman basándose en la calidad sino con criterios económicos»,lamenta.

24 COMENTARIOS

  1. Me temo que, desgraciadamente, esto ocurre en muchas profesiones. El otro día me contaba el dentista que cuando llegó al pueblo era el único pero que ahora hay 20 más, así que tira precios o tiene que cerrar, no queda otra. O como te dé por estudiar una carrera de letras tienes todas las papeletas para terminar de reponedor en un supermercado. Es el liberal nuevo orden mundial, donde gente culta se muere de hambre y niñatos youtubers están forrándose.

  2. En primer lugar felicitarte por el artículo.

    Das en el clavo, la gente normal ahora que está todo más democratizado es mucho más simple, el uso de la cámara del móvil va en aumento la gente piensa que es solo apretar el disparador y ya está todo hecho.

    Pero detrás de una fotografía hay mucho trabajo, dedicación para aprender y estar a la última.

    Por desgracia pasa en muchas profesiones en los que hay muy buenos profesionales.

  3. Alrededor de guerras y catástrofes hay siempre gente que aprovecha para forrarse, siempre hay alguien que necesita balas o cañones ¿Qué daño hace? son solo negocios y si hay demanda yo tengo oferta.Son vivos aprovechando para sacar pasta. Así que NO, no toda la competencia es buena. Y NO, ser reponedor no es ninguna deshonrra, lo que es una putada es que un reponedor sea «fotógrafo» sábado y domingo, o sea, un vivo haciendo negocios. Haciendo sana competencia según tu criterio amigo Janus

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